Josh McDaniels: los Indianapolis Colts se han librado de una buena

La gran pregunta que todos nos hacíamos sobre Josh McDaniels ya ha sido respondida. Efectivamente, aún no está preparado para ser entrenador principal en un equipo de la NFL. Y no creo que lo esté nunca. Para estar al frente de un equipo de la NFL hace falta un empaque, una madurez, e incluso una inteligencia que no está al alcance del actual coordinador ofensivo de los New England Patriots visto lo visto en las últimas horas.

Nadie va a poner en duda nunca su talento para elaborar jugadas increíbles, para mover ‘X’ y ‘O’ con una precisión diabólica, pero eso no es ser entrenador principal. Es otra cosa. Muy útil y hasta indispensable en un equipo de la NFL, pero innecesaria cuando tu trabajo consiste en hacer que una plantilla de 53 jugadores, otro puñado en escuadra de prácticas y una docena larga de entrenadores funcionen como un reloj.

McDaniels ya no va a tener autoridad moral en su vida para pedirle a un jugador, o a un entrenador, que se comprometa con una causa. Porque el error de McDaniels no es técnico, sino humano. Y el auténtico poder de un gran entrenador está en su capacidad para conseguir el máximo compromiso de todos los que le rodean.

Sigue siendo el de los Broncos

Es posible que McDaniels invente un sistema infalible de evaluación de talentos, siga ampliando su libro de jugadas hasta convertirlo en una enciclopedia británica de estocadas imparables, ponga en funcionamiento un plan de entrenamientos que permita que todos sus jugadores tengan un rendimiento físico óptimo durante cinco meses, pero nunca será un buen entrenador porque sigue siendo un niño. Y hace cosas de niños. McDaniels prefiere volverse a su cuarto a jugar con sus juguetes, mientras mamá y papá hacen la cena, que cargar con el peso de una familia.

McDaniels ha dejado a los pies de los caballos a sus amigos. La única explicación posible es que, en el último segundo, Kraft y Belichick le han ofrecido las llaves del reino de New England. Y cuando alguien es capaz de vender hasta a sus amigos por salirse con la suya, se convierte en un apestado. Un egoísta del que nadie se fía. Y eso lo sabe hasta un niño. ¡Cómo no lo va a saber McDaniels!

Entre 2009 y 2010 McDaniels fue entrenador de los Denver Broncos. Y lo que empezó muy bien terminó horriblemente mal. Pero visto con perspectiva él hizo lo que mejor sabe. Invitó a todos sus nuevos amigos a su cuarto de juegos mientras nadie hacía la cena. Y cuando los niños se cansaron de jugar en su cuarto, se fueron a la cocina y descubrieron que ni la mesa estaba puesta ni los fogones encendidos.

Todos salen ganando

Durante siete años nos hemos preguntado si McDaniels había madurado lo suficiente para ser entrenador principal de un equipo. Y ya sabemos que no. Los Colts se han librado de una buena, porque vistas sus decisiones en las últimas horas tenía pensado hacer lo mismo que hace una década. Meter a sus nuevos amigos en su cuarto de juegos, deslumbrarles durante un tiempo con sus malabarismos y dejarles sin cena.

Y que nadie le señale con el dedo. Que Chris Ballard, general manager de los Colts, no se indigne. Ha pasado lo mejor para todos. Los Colts tienen aún la oportunidad de encontrar a un tipo que sí haya nacido para ser entrenador principal. Los amigos de McDaniels ya saben sin duda que su compromiso vale exactamente lo mismo que el de un niño. Y el podrá volver a su cuarto a jugar con sus juguetes de niño mayor, a montar batallas de equis y ceros como nosotros de niños jugábamos con los soldaditos. Y suspirará aliviado, porque lo que le verdad le gusta y hace bien es eso y no quiere ni ver la cocina, con cosas redondas que queman, agua saliendo de todas partes y cajones llenos de cosas que quién demonios sabe para qué sirven.

McDaniels no tiene alma de entrenador principal aunque durante el resto de su vida siga siendo un coordinador ofensivo genial. Y si los Patriots le han pedido que se quede para ser el líder de su staff en el futuro, están jugando con fuego con un niño.

Los Indianapolis Colts se han librado de una buena.

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