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Euskadi: los titanes del norte

En Euskadi se practican y tienen mucha aceptación una serie de modalidades ligadas al mundo rural. De labores diarias del campo a una competición.

Bandera de la Concha.
amaia zabaloDIARIO AS

El deporte vasco ha alcanzado proyección internacional en gran medida gracias a la pelota, el levantamiento de piedras y el corte de troncos. Pero hay una serie de modalidades, ligadas al mundo rural, sobre todo a los caseríos, que han cautivado a muchos estudiosos y que concentran gran atención en Euskadi. Se trata de ejercicios que trasladan muchas de las labores diarias del campo a una competición: utilización de animales de tiro, siega de prados, explotación forestal, levantamiento de moles de piedra, corte de troncos…

Todo se conecta con el eterno desafío entre vecinos o pueblos colindantes. Incluso suelen suscitar apuestas económicas de un buen calibre. Usualmente son juegos en los que prima el empleo de la fuerza o la resistencia física, si bien combinados con ciertas habilidades y capacidades técnicas. En la era moderna, todo este entramado ha evolucionado y las pruebas y campeonatos se han ajustado a una normativa.

El arrastre de piedras hace participar al hombre (gizon probak), aunque tienen más tirón aquellas pruebas en las que concursa una pareja de bueyes (idi probak). Plasma la importancia de la fortaleza y el poderío físico. En ambas, el escenario es el probadero, espacio con forma rectangular, entre 22 y 28 metros de longitud y seis de ancho. Éste puede ubicarse al aire libre (son los más usuales, en la plaza de los pueblos o junto al frontón) o en un local cerrado (los más modernos). Se trata de arrastrar la mole durante un determinado tiempo, realizando el mayor número de clavos o plazas y fracción de las mismas. En el caso de los animales, se pueden unir dos bueyes por la yunta o competir uno solo. Se distingue del resto de deportes vascos por ser el único, junto con la actividad de habilidades de perro pastor, en el que participan animales. También pueden incluirse aquí las peleas de carneros, concretamente de machos no castrados dedicados a la reproducción. Dos de ellos, de envergadura y entrenados, se enfrentan a golpes frontales, según franjas de peso base fijado. La pelea se alarga hasta varias decenas de topetazos concluyendo cuando uno de ellos huye o evita el enfrentamiento. Puede declararse nulo el combate cuando no hay un claro vencedor y los dueños de los animales llegan a tal acuerdo.

El levantador de piedra Goenatxo II.
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El levantador de piedra Goenatxo II.Javier Echezarreta.EFE

Pero el deporte con más tirón concierne a los bueyes. Para las personas que trabajaban en el ‘baserri’ (caserío), el ganado tenía una gran importancia, sobre todo hasta que apareció la potencia del motor. Como la fuerza del ganado era básica y fundamental, los ‘baserritarras’ tenían que cuidar especialmente a sus animales. De esta forma, desarrollaron sus propias técnicas y esfuerzos para conseguir producir mayor trabajo utilizando su fuerza. Antaño, el buey fue el animal más utilizado en muchas de las tareas del campo y en el arrastre de carros para el transporte y otras actividades llevadas a cabo en las canteras y en los astilleros. Normalmente, el peso del buey que compite oscila entre 500 y 650 kg. La yunta llega a los 1.100 kilos. Las piedras pueden ser rectangulares, elípticas y trapezoidales. Suelen evitarse las llamadas ‘harri beltzak’ (piedras negras), ya que friccionan con el suelo más que el resto. En cuanto al peso, oscilan entre 1.500 y 4.000 kilos. Además, disponen de un agujero para atar la cadena. Normalmente, el tiempo escogido es de 30 minutos para cada participante. La distancia del probaleku se mide en iltzeak (clavos), cintas y metros. Está prohibido pegar a los animales, solamente se permite azuzar con el aguijón. Esa tarea la efectúan los arreadores (akullaris: llamados así por la vara o akullu que emplean).

Aunque son menos frecuentes, también hay modalidades de arrastre con asnos (asto-probak), caballos y mulos (zaldi-mandoen probak). Se han llegado a celebrar desafíos mixtos que han enfrentado a un buey contra un caballo o varios burros. Hace unos años, un urduliztarra organizó un desafío entre dos bueyes y dos deportistas de kick boxing para ver quiénes lograban hacer más clavos arrastrando una piedra de 800 kilos.

En el ámbito de los juegos con animales, sobresalen los campeonatos de perros de pastor (artzaitxakurrak), de tradición no sólo en Euskal Herria, sino también en otros lugares en los que la vida pastoril ha tenido un peso específico notable. Se trata de someter a consideración, a juicio de un jurado especializado, las capacidades y habilidades de los perros adiestrados en la vigilancia y conducción del ganado, particularmente de los rebaños de ovejas. Tan importante como el propio perro es la labor desempeñada por su pastor, bien en el adiestramiento previo, como en la impartición de las oportunas órdenes que deben ser llevadas a cabo por el perro ovejero.

En el Campeonato de Perros Pastor de Euskal Herria, que paraliza muchos pueblos vascos, los mejores especialistas en el manejo de ovejas con perros pugnan por una distinción con mucho prestigio. Suelen reunirse un total de 70 rebaños de seis hembras y un macho cada uno, en las dos variedades de cara negra (burubeltz) y de cara rubia (burugorri).

El lanzamiento de barra vasca por el ‘palankalari’ consiste en hacer llegar la herramienta, elaborada en hierro y con diversos tamaños y pesos, a la mayor distancia posible. Hay varias modalidades de lanzamiento: las más generalizadas son las denominadas a pecho, a la media vuelta y bajo piernas.

El traslado de plomizas pesas (txinga probak) requiere enorme desgaste y provoca dolencias en la espalda y brazos. Se portan en ambas manos y es una prueba también realizada en los probadores. Hay que realizar, sin tiempo establecido, el mayor número de clavos y metros posibles. Su origen se encuentra en la recogida de la leche y su mudanza por diversos lugares  dentro del entorno del caserío. De ahí surgió la competición deportiva. Cada txinga cuenta con  50 kilos con 500 gramos de tolerancia. Las pesas son de forma cilíndrica y tienen 30  centímetros de altura. Los pesos son los siguientes: juveniles 35 kilos, mujeres 25 y sénior 50. La medida de la plaza o clavo es de 28 metros de longitud. Si la persona participante deseara competir con unas pesas de su propiedad, puede hacerlo siempre que éstas cumplan las medidas reglamentarias y se pongan a disposición de la organización para efectuar su  verificación antes del sorteo. Los participantes caminan al paso que estiman más conveniente y pueden detenerse en el transcurso de la competición, pero siempre con los artilugios en la  mano.

La soka-tira es popular en Euskadi, aunque también se practica en otras latitudes, de aquí que se desarrollen campeonatos a nivel continental y exista una Federación Internacional. Es un típico deporte de grupo. Dos equipos, con el mismo número de integrantes, tiran de los extremos de una gruesa cuerda (soka), tratando de arrastrar al grupo contrario al campo propio. El peso sumado de los miembros de cada bloque se ciñe a un baremo determinado.

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Y nos adentramos en las pruebas que van más directas a la raíz de los caseríos. Las de siega muestran el peso histórico del trabajo del corte de la hierba con guadaña manual para la alimentación del ganado. La orografía de Euskal Herria hacía imposible utilizar máquinas en el campo, por ello los baserritarras tenían que manejar con mucha habilidad la sega (guadaña). Así es como empiezan las competiciones entre los vecinos, para ver quién es más hábil y quién  corta más hierba. La rapidez y destreza en la extracción de la hierba de las campas acabó siendo llevada al ámbito de las apuestas. Las pruebas realizadas por los segalaris son de dos tipos: una consiste en cortar un mayor volumen de hierba en un tiempo establecido; y la otra, en cortar una superficie de campa en menos tiempo. Media hora antes del comienzo de la prueba, se procede al sorteo de los lotes. El orden en que deben ser cortadas las parcelas será señalado por el jurado antes de efectuar el sorteo. Una vez de pasar de una parcela a otra, los segalaris no pueden volver a la anterior. De la misma manera, no se puede retroceder a la zona ya trabajada. La hierba de cada parcela debe ser cortada en la misma dirección y sentido. Para los trabajos propios de recogida de hierba y pesaje de la misma, cada contendiente lleva al terreno de la competición un grupo de seis personas. La duración total de las pruebas suele ser de 60, 90 o 120 minutos.

El levantamiento de fardos de paja es una mezcla de fuerza y habilidad. Hay que elevar un fardo de un peso fijado a través de una polea cuya cuerda es manejada por el concursante hasta lo alto de un poste o mástil. Vence quien en el tiempo determinado más veces logre subir el fardo hasta arriba. Otra prueba marcadamente rural es el transporte por una persona de un carro. Colocado sobre el eje, debe ser movido efectuando el giro con el carro al aire.

Las carreras con un saco a la espalda pueden basarse en la velocidad (distancias cortas de uno o varios centenares de metros) o en la resistencia (distancias largas). Una de sus variantes son aquellas en las que los zakularis rememoran la prácticas del contrabando cuando se traspasaba la frontera caminando o corriendo, según las circunstancias, por veredas, campo a través, bosques y terrenos accidentados, sorteando la vigilancia policial.

Y el deporte rey en los pueblos costeros son las traineras, una derivación deportiva contemporánea de las antiguas actividades de las embarcaciones pesqueras vascas. Los primeros desafíos documentados datan del siglo XIX. Oficialmente la primera regata tuvo lugar en 1879 en San Sebastián, que se ha perpetuado con la prestigiosa Bandera de La Concha, en los dos primeros domingos de septiembre. Actualmente, las pruebas están sometidas a una estricta reglamentación en cuanto a características de la trainera, distancias a recorrer, balizajes, ciabogas, etc., y se han popularizado por el resto de la cornisa cantábrica, a excepción de Asturias, más dada al banco móvil, es decir, el piragüismo. Las traineras, con un apoyo fijo, tienen una eslora de doce metros y la tripulación se compone de trece remeros y un patrón. Durante el verano se disputa la Liga, con competiciones articuladas cada fin de semana a razón de dos pruebas en cada uno. Antes del comienzo de la temporada ‘arraunlari’ (de ‘arraun’, remo), tiene lugar la campaña de bateles (cuatro remeros y un patrón) y trainerillas (siete tripulantes, alternando cada uno su remo por babor y estribor).

En fin, un mundo el deporte vasco.