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El sueño del caddie de Mexicali

Masters de Augusta 2016 en directo

De vivir 13 personas en una chabola de tres dormitorios a pisar el club más exclusivo y elitista del Mundo. Es el final feliz de la historia de Esteban Toledo, jugador de golf mexicano de 54 años y uno de los primeros protagonistas del primer "grande" de la temporada.

Dentro del estado de Georgia, destaca la pequeña localidad Augusta, conocida en el pasado por su industria del algodón y en el presente por su campo de golf que da origen a uno de los torneos más importantes del Mundo, el Masters de Augusta.

Clifort Roberts, junto a Bobby Jones, crearon este idílico recorrido que se estrenó en 1934 con la primera edición del Masters. En el origen de este estado sureño la mitad de la población eran esclavos: -" mientras yo viva, en este torneo los jugadores serán blancos y los caddies, negros"-llegó a afirmar públicamente Cliffort Roberts; y aunque la obligatoriedad de llevar caddies negros fue eliminada de los estatutos del club en 1959, no fue hasta 1983 cuando se flexibilizó esta medida, dando la posibilidad a cada jugador de contratar a su propio caddie.

En 1997 Roberts se revolvería en su tumba, al ver que el círculo cambió por completo y para siempre; Tiger Woods se convertía en el primer ganador negro del Masters y lo hacía con un caddie blanco llevando sus palos.

Y ha sido precisamente así, portando una bola de palos, cuando Esteban Toledo ha visto cumplido su gran sueño.Una obsesión que le ha perseguido 30 años.

Tras una vida llena de complicaciones, en 1986 Toledo cumplía su sueño de hacerse profesional de golf, justo en el mismo año que Jack Nicklaus se convertía, con 46 años, en el ganador más veterano en Augusta y recogía su sexta chaqueta verde. -"desde entonces soñaba con jugar un día el Masters" afirma con ilusión el curtido jugador de Mexicali. Pero 30 años más tarde, después de ocho temporadas disputando el PGA Tour y 290 torneos a sus espaldas, después de acumular más de cuatro millones en ganancias. No ha sido suficiente. Toledo, que fue boxeador profesional antes de convertirse en golfista, estuvo muy cerca del Masters en 2002 cuando en un torneo del PGA Tour el mexicano plató cara al entonces todopoderoso Tiger Woods, pero no culminó su gesta.

Desde hace cuatro años Toledo compite en el circuito americano para mayores de 50 años, donde ya ha ganado tres veces y acumula casi las mismas ganancias que en su carrera en el circuito regular. Al verse rodeado cada semana de viejas glorias en este retiro dorado, decidió intentar cumplir su sueño y se ofreció como caddie a antiguos ganadores del Masters que tienen el derecho de jugar en Augusta. Para que la oferta fuera aún más atractiva, se comprometió además a donar 10.000 para la entidad benéfica que escogiera el jugador que decidiera contratarle. El escocés Sandy Lyle, ganador en 1988 decidió aceptar la curiosa propuesta del Mexicano.

"He cumplido un sueño" afirmaba ayer Toledo, mientras recorría de arriba abajo los segundos nueve hoyos. Lyle no quiso entrenar, pero su profesional caddie no dudó en salir al campo con su libreta y láser de distancias y durante más de dos horas fue anotando meticulosamente cada desnivel, cada caída de los greenes, cada referencias de distancias...solo interrumpía su labor, para firmar autógrafos ataviado con el tradicional mono blanco que distingue a los caddies en Augusta, en una insólita escena.

"Nunca pude venir como jugador, pero ya podré decir que he pisado Augusta en una vuelta competitiva en el Masters". Cuando salió a la luz la noticia, Toledo fue invitado a jugar el Augusta National por diferentes socios a los que la historia del mexicano, removió la conciencia y hace muy poco pudo vivir también esa experiencia.

Pero no será hasta las 8.53 hora de Atlanta del jueves, cuando cargado con la bolsa de Sandy Lyle en el tee del hoyo uno, haga por fin realidad su sueño, no pegará ni un solo golpe de golf, ni el starter oficial pronunciará su nombre, durante cuatro horas y media, solo limpiará bolas, reatrillará búnkers y podrá el cuerpo y alma para ayudar a su jugador, a su jefe esta semana, pero Esteban Toledo será feliz.