John Elway no parece encajar muy bien la marcha de Osweiler
Si un equipo no quiere a un jugador, no hace una oferta de última hora intentando apelar a la filosofía de la franquicia para compensar la diferencia económica.
Es extraño escuchar a Elway decir una palabra más alta que otra, perder la compostura o salirse del guión. Cuando abre la boca siempre lo hace con sentido y puntería. Por eso es difícil de entender su aparente salida de pata de banco tras la marcha de Brock Osweiler.
Uno de los argumentos más repetidos en las últimas horas es que si Elway, un quarterback mítico y especialista en quarterbacks, ha dejado marchar a Osweiler, es porque no le convence. Parece un argumento lapidario. A Elway no le tembló la mano a la hora de despedir a Orton o Tebow, ni a la hora de fichar a Peyton Manning y parece que siempre acertó.
Lo curioso es que un equipo que no quiere a un jugador no le hace una oferta in extremis para intentar retenerlo.
Sin embargo, que haya apelado a la filosofía de los Broncos ha sido interpretado mayoritariamente como una pataleta. Un desahogo ante el disgusto que le ha provocado la pérdida de un posible quarterback de futuro formado por ellos durante cuatro años, al que el equipo llegó a ofrecer en el último momento, según algunas fuentes, un contrato de 16 millones por año, con 30 garantizados, próximo a la oferta de los Texans (18 millones por año con 37 garantizados).
Creo que Elway estaba convencido de que Osweiler aceptaría seguir en Denver por dos millones de dólares menos de lo que le ofrecía Houston al año. Quizá sea una ingenuidad en este mundo del deporte profesional en el que los afectos han desaparecido fagocitados por el poder de las chequeras, pero también creo que en la decisión del quarterback ha pesado, y bastante, sentirse desplazado en los últimos playoffs.
Al final, pienso que Elway sí quería que Osweiler siguiera en Denver. Y creo que sí piensa que puede ser un quarterback de futuro y que los Broncos, maniatados por una complicada situación económica contra el cap, sí que hicieron un esfuerzo casi titánico para llegar a los 16 millones e intentar compensar la diferencia apelando al amor a unos colores (su margen contra el cap era exactamente de 16.651.384 y no podían ofrecerle un dolar más). El plan no salió bien y probablemente los Broncos no estaban en posición de llegar más lejos, ante la previsible nueva contraoferta de los Texans. Quizá apelar a la filosofía de la franquicia sea una manera de decir que han hecho todo lo que han podido dentro de sus posibilidades.
Lo mejor de todo es que este caso ha abierto un debate apasionante para los próximos años. Si Oswailer termina siendo una estrella de la NFL, el error marcará para siempre la hasta ahora impecable trayectoria del general manager de los Denver Broncos. Si resulta un fracaso, el aura de Elway brillará más deslumbrante que nunca.