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Cinco cosas que pienso

Mi más sentido pésame a Doug Flutie

Seguir al equipo de Boston College de la temporada 1984 me cambio la vida. Aquel año decidí dejar de estudiar informática para dedicarme al periodismo.

Doug Flutie, fue quarterback y formador de quarterback en la NFL.
Streeter LeckaGetty Images

 A mí, seguir de cerca al equipo de Boston College de la temporada 1984 me cambió la vida. Aquel año decidí dejar de estudiar informática para dedicarme al periodismo deportivo, y no me arrepiento en lo más mínimo. Había trabajado varios veranos en Cape Cod, Massachusetts, y en aquella época prefería el fútbol americano universitario a la NFL, con lo que era de BC, un equipo que no ha tenido una gran tradición, pero del que han salido grandes jugadores que luego han triunfado en el fútbol americano, como Bill Romanoski, Matt Hasselbeck, Luke Kuechly o Doug Flutie.

Este último era el quarterback de aquel gran equipo del ’84, que acabó colándose entre los tres mejores del país, dirigido por Jack Bicknell quien ¡qué coincidencia! (yo más bien creo en la Providencia) acabó siendo el primero y único entrenador que tuvimos los Barcelona Dragons. Flutie era de aquellos capaces de transmitir algo especial a través de la mismísima pantalla del televisor. Era como cualquiera de nosotros. Medía “solo” 1,75, pero tenía un gran corazón y una gran inteligencia. En la campaña 1984, durante las festividades del Día de Acción de Gracias, registró una grandiosa sorpresa al liderar a Boston College a un triunfo por 47-45 sobre la Universidad de Miami que entrenaba Jimmy Johnson y que defendía el título de la NCAA. En la que es catalogada la mejor jugada de la historia del fútbol americano universitario, Flutie lanzó un Hail Mary en la última acción del encuentro para dejar tendido en el terreno a Johnson y a los orgullosos Hurricanes.

Flutie ganó aquel año el trofeo Heisman, por delante de un gran atleta como Bo Jackson, que más tarde brilló tanto en la NFL como en la MLB de béisbol. A pesar de ello, debido a su estatura, ningún equipo de la NFL hizo esfuerzos por ficharlo y recaló en la USFL. Cuando se extinguió esta competición, Flutie disputó algunas temporadas en la NFL, pero los equipos no confiaron en él y emigró a Canadá, donde batió todos los récords de la CFL.

Ya veterano, los Buffalo Bills le abrieron la puerta en 1998, más por atraer al público canadiense que por cualquier otra cosa. Como el quarterback titular de los Bills era Rob Johnson, un jugador que se lesionaba más que Sam Bradford, Flutie tomó las riendas del equipo y no solo se hizo con la titularidad, sino que clasificó a los Bills a los playoffs, levantando una expectación enorme en el norte del estado de Nueva York, que salvó al equipo y a su propietario, Ralph Wilson, de moverlo a otra ciudad. Los Bills perdieron en Miami con los Dolphins en la ronda de wild card, a pesar de que Flutie brilló pasando para 360 yardas.

La temporada siguiente, el equipo era suyo, pero la sombra de Johnson planeaba constantemente en las ruedas de prensa, en los entrenamientos y en los partidos. “Que si es más joven, que si es más alto, que si pasa mejor el balón…” Flutie fue el último quarterback en llevar a Buffalo a los playoffs en aquella temporada de 1999. No obstante, los Colts de un jovencísimo Peyton Manning habían ganado la división y Wilson apretó al entrenador Wade Philips (¡qué gran coordinador defensivo, qué pésimo head coach!) para que dejara jugar a Johnson el partido de la ronda de wild card, en Tennessee contra los Titans. Johnson solo pudo guiar a los Bills a anotar 16 puntos y, tras el famoso Music City Miracle, Tennessee apeó a Buffalo de los playoffs.

Tras otra temporada aciaga en Buffalo, Flutie emigró a San Diego, donde fue un año titular y forjó a Drew Brees, según palabras del propio quarterback de los Saints. Acabó su carrera en New England, como suplente de Tom Brady, donde, con permiso de Bill Belichick, se dio el lujo de marcar un extra point chutando un drop kick antes de retirarse.

Pero Doug no fue el único de la saga Flutie. Sus otros tres hermanos también jugaron fútbol americano, aunque la otra estrella de la familia fue el pequeño, Darren. Flutie Jr. debutó en Boston College como wide receiver en la misma temporada 1984 y pudo atrapar un pase de touchdown lanzado por su hermano en el último partido de la temporada regular, contra Holy Cross. Darren destacó enormemente en Boston College, pero era muy “lento” para la NFL, bueno tan lento como Julian Edelman. Sus movimientos eran precisos y leía las defensas mejor que nadie. Un ejecutivo de los San Diego Chargers, equipo en que Darren estuvo en pretemporada, me dijo que no había visto a nadie jamás desmarcarse como él… Al igual que Doug, Darren tuvo que emigrar a Canadá, donde también triunfó en el fútbol americano profesional. Pero, a diferencia de su hermano mayor, jamás volvió a la NFL.

Hace menos de dos semanas, murieron el mismo día los padres de los Flutie, en una noticia que a mí, que queréis que os diga, me sobrecogió enormemente. El padre estaba grave en un hospital de Florida y se le paró el corazón. Menos de una hora después, la madre se unió a su marido al sufrir un infarto fulminante. Doug escribió una sentida nota, agradeciendo a sus padres 56 años de matrimonio, juntos, y el hecho de ser una pareja modelo para sus hijos y nietos. Flutie recordaba aquellos días del Instituto, cuando su padre los entrenaba y su madre dirigía la venta de hamburguesas y refrescos para apoyar el programa de fútbol americano del high school: una actividad familiar de la que todos podríamos aprender. Sin duda, al matrimonio Flutie le resultó la fórmula, formando hijos que pueden ser destacados como grandes deportistas, pero también como excelentes personas.

Querido Doug Flutie, desde estas torpes líneas, recibe mi más sentido pésame.

Cinco cosas que pienso:

1. Pienso que el marcaje de Richard Sherman a Antonio Brown fue antológico.

2. Pienso que, algunas veces le saldrá bien y otras no tanto, pero, como espectadores, tenemos que estar agradecidos ante el juego agresivo en ataque que ha planteado esta temporada el entrenador de Pittsburgh, Mike Tomlin.

3. Pienso que, si se clasifican a los playoffs, los Steelers serán muy, pero que muy, peligrosos.

4. Pienso que, si de verdad le dieran una oportunidad, Austin Davis triunfaría en la NFL.

5. Pienso que esta temporada, el trabajo más difícil es pronosticar fantasy football, cuando, por ejemplo, una ofensiva terrestre de las más flojas, como la de los Broncos, corre para xxx yardas y tres touchdowns contra New England, la segunda mejor defensa contra carrera de la liga hasta la jornada pasada.