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NATACION | SALTOS

Bilbao se rinde a los vuelos del mexicano Jonathan Paredes

Ha sido el único capaz de arrebatar una victoria, en Mostar, al campeón mundial, Hunt. La capital vizcaína echa el cierre al Red Bull Cliff Diving 2015 junto al Guggenheim.

Bilbao
Paredes, a la derecha, con los favoritos y el resto de competidores en Bilbao
RED BULL

Bilbao vibra desde el jueves y hasta el sábado con las piruetas celestiales desde el puente de La Salve de los catorce mejores clavadistas del mundo, que cierran el Red Bull Cliff Diving 2015. Ayer tuvieron lugar los primeros entrenamientos sobre la plataforma instalada a 27 metros sobre la Ría. El dantzari Alberto Dueñas repetirá el sábado, en la final, con ese aurresku que corta la respiración. “Hay que concentrarse en la música”, avanza. Por la cita se pasarán 50.000 personas los tres días y dejará tres millones de euros de retorno en la ciudad.

Orlando Duque es leyenda de los saltos y Gary Hunt, el eterno campeón de una modalidad en la que se lanzan a casi 90 por hora durante tres segundos. Tras ellos se va abriendo paso el menudo Jonathan Paredes, un torbellino mexicano de 26 años que vuela y cautiva por su afabilidad. Pelea junto con el colombiano por el subcampeonato. “La Ría está un poco más fría que el año pasado, pero me encanta estar aquí, rodeado de esta gente”, inicia con esa sonrisa que le acompaña de forma permanente. Este año ha arañado, en Bosnia-Herzegovina, la única victoria que se le ha escapado a Hunt y aspira a cerrar el curso con otro éxito: “Está en una racha imparable. Lo de Mostar salió bien. Trataré de estar en el podio porque el año pasado me lo perdí. Viene a verme toda la familia de mi prometida y mucha gente conocida”. Dice bien, ya que su novia es madrileña (y bailaora de flamenco). El año pasado se metió a la gente en el bolsillo al subirse a la plataforma con una camiseta del Athletic. “Si puedo dar otra sorpresa lo intentaré”. A Paredes le encantaría optar al título el año próximo “porque vimos que Gary (Hunt) no es imparable”.

A los 15 años se retiró de un trabajo de protocolos ornamentales y pasó a un parque de atracciones. Empezó saltando de 20 metros. Nunca le han visto sus padres en directo “así no dimensionan el problema”. De niño era tan hiperactivo que cada vez que iba a una piscina con su madre pensaba que tenía que canalizar tal torrente con algo arriesgado. “En tres segundos de caída no piensas en nada —confiesa—; hay una milésima de segundo en la que sólo te centras en caer bien al agua”.

La entrevista con AS se realiza junto al Guggenheim, a escasos metros de la araña gigante que custodia el museo. El portentoso deportista no tiene miedo a nada, sólo a esas depredadoras venenosas. “Las detesto con toda mi alma, ojalá no existieran”, dibuja en su cara temblorosa con ojos abiertos como platos. Medir 1,65 es una ventaja “porque me permite andar más suelto en el aire”.

Este año logró la plata en el Mundial de Natación en Kazán (Rusia), lo que aún le encumbra más en un país en el que es ídolo y que ejerce de gran potencia en los clavados. "Es el resultado más importante del año, la competición que esperaba con todas mis ganas, quedé tras Gary (Hunt) en una competición increíble... darle a México el segundo puesto mundial me hace muy feliz", finaliza este tres en uno: hombre, pájaro y pez, cuyo sueño era jugar al fútbol americano (también le fascina el europeo, y no se perdió en San Mamés el Athletic-Real Madrid), pero su algo más de metro y medio le impidió abrirse paso entre 'árboles' que persiguen un balón ovalado.