BUFFALO BILLS 32- NEW ENGLAND PATRIOTS 40
Los Patriots apalizan a los Bills y los ponen en su sitio
Incontestable exhibición física y táctica del equipo de New England que acalló a la bulliciosa Buffalo indicándole que siguen muy lejos de ellos.
Llegaron los New England Patriots a Buffalo en medio de un ensordecedor ruido y se marcharon dejando atrás un crepuscular silencio. Silencio al que deben estar muy acostumbrados porque es lo que llevan escuchando de sus rivales de división hace ya más de tres lustros cuando abandonan sus ciudades. El silencio de los cadávares deportivos que van dejando a su paso. Los Bills son los últimos en sufrirlo y, ahora, todas las bravuconadas de la última semana quedan en nada.
Durante siete días los Bills se creyeron los reyes del mambo. Crecidos por haber, y con justicia, a los Indianapolis Colts, prepararon este partido como si fuese una final. Desde el entrenador, Rex Ryan, hasta el último de los jugadores, y pasando por cada uno de los aficionados de la franquicia, se creo un ambiente de que este año sí, que este año se le podría meter mano al gran rival. La sensación fue creciendo y se llegó a menospreciar y a abusar de la paciencia de los Patriots.
Mal asunto con los campeones.
Estos llegaron al Ralph Wilson Stadium sabiendo que les esperaba un infierno de presión ambiental y un público deseoso de batir el record Guiness de más ruido en un espectáculo deportivo. Y en el primer drive del partido fueron presa de un inicio desatado de los Bills, corriendo por el medio y a lomos de su hinchada. Y ahí se acabó todo el cuento.
Porque todo lo que siguió después fue una paliza que el marcador final, 40-32 a favor de New England, no refleja en absoluto.
Desde un punto de vista táctico, Bill Belichick planteó un partido perfecto que pilló a Rex Ryan a contra pie. En defensa se ocupó de atacar por el medio a una OL muy débil y de cerrar las esquinas sólo en protección de las carreras de Tyrod Taylor. Lo que sucedió fue que el QB de Bills tuvo que convertirse en un pocket passer y ahí demostró todas sus limitaciones. Porque Taylor puede acabar siendo un buen pasador en la NFL, pero aún no lo es, y el equipo se dedicó a jugar small football, pantallas que no iban a ningún lado, durante la mayor parte del partido.
Y en ataque Belichick desactivó el pass rush de Buffalo, lo que es lo mismo que decir que desactivó toda la defensa. En un principio Ryan se sintió temeroso y llegó a ir a por Brady sólo con tres hombres. Grave error. Después el entrenador de los Bills recapacitó y se mostró más agresivo, pero el desequilibrio ya estaba establecido y el centro del campo fue pasto verde y sin peligros para Julian Edelmand y Rob Gronkowski.
Con eso se llegó al descanso con una muy notable superioridad de New England. Cambió el panorama poco a poco entre los ajustes de los Bills, que aportaron dignidad al grupo. Sobre todo tras la lesión de cuello del safety Aaron Williams, que abandonó el campo en ambulancia tras estar muchos minutos tirado en el campo, y que pareció conjurar al equipo a pesar de ir más de 20 puntos abajo en el marcador.
Entre eso y que New England comenzó a jugar con el reloj, de manera muy conservadora, Buffalo inicio una remontada que les llevó a ponerse a sólo cinco puntos, 32-37, con cuatro minutos por jugar. Apareció, entonces, Tom Brady para dirigir un drive lleno de pass interferences (enorme problema de la secundaria de los Bills) para rematar el partido con un field goal al que siguió una intercepción, por supuesto, a un ataque dirigido por Tyrod Taylor que necesitaba recorrer el campo a pasas agigantados con pases largos. No se podía esperar un resultado diferente al obligar al chaval a un juego para el que aún no está preparado.
Buffalo creía que era su momento, creía que este año sí, creía que saldrían de este partido reforzados para luchar por todo. Y no. New England, de nuevo, los puso en su sitio: aspirantes, como mucho, a dar la lata, al menos hasta que se demuestre lo contrario. ¿Y los Patriots? Pues, eso, los Patriots a seguir siendo los Patriots.