Connor Cook juega hoy para ser el número uno del draft 2016
El quarterback de Michigan State tiene frente a Oregon la mejor oportunidad para impresionar a los ojeadores de la NFL... y a todos los aficionados.
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El Spartan Stadium de East Lansing, en Michigan, está hoy de fiesta. En la segunda jornada de la temporada de NCAA Football 2015 los locales, los Spartans de Michigan State, reciben a los Ducks de Oregon. No sólo es el partido de la jornada sino que, muy probablemente, sea uno de los más importantes del año tanto para los dos equipos implicados como para sus respectivas conferencias. Pero, siendo todo ello verdad, hay un tipo para el que puede ser aún más importante: Connor Cook, QB de los Spartans.
La relevancia de este encuentro se explica por lo complicado que es hacer el calendario de la NCAA. 120 universidades compiten entre sí y sólo hay 12 jornadas. Teniendo en cuenta que 8 o 9 de ellas están reservadas para los partidos de conferencia, la posibilidad de ver grandes duelos entre equipos de diferentes conferencias es escasa. Cuando se produce, como es el caso de este Michigan State contra Oregon, se convierten en poco menos que un acontecimiento extraño, como el paso de un cometa, o un eclipse de sol. Cualquiera de los dos que gane verá revitalizadas sus opciones para jugar el playoff, por la categoría del rival vencido, y sus conferencias, la Big Ten para los Spartans y la Pac-12 para los Ducks, habrán puesto una pica en Flandes reseñable para cuando el comite de expertos decida que cuatro equipos juegan la Final Four de este año.
La fanfarria está preparada. ESPN emitirá su College Gameday desde East Lansing. Habrá lleno en las gradas. Barbacoas durante todo el día, y sus correspondientes borracheras universitarias. Las audiencias televisivas serán de aupa. Es decir: hay una grandeza inherente a este tipo de choques, algo que es global y significativo desde el punto de vista de la competición como conjunto. Y, sin embargo, si bajamos el microscopio, es probable que nos encontremos con una historia individual que supera todo lo anterior, y es la batalla de Connor Cook por ser número uno del draft de la NFL 2016.
Connor nunca fue considerado un QB élite. Tras salir del instituto fue reclutado por Michigan State cuando las webs dedicadas al análisis de jugadores de su edad le otorgaban tres estrellas, suficientes como para jugar en una universidad decente pero jamás como para ser alguien grande. En su misma promoción Jeff Driskel, que fue a Florida y cayó en desgracia, y Cody Kessler, que juega en USC, eran la crema y la nata.
Cook se benefició de ese perfil bajo y aprovechó la gran fortaleza de su universidad: defensa, defensa, defensa, carrera y muy poquita exigencia al QB. Con pies de plomo fue evolucionando, fue mimado por el cuerpo técnico, y no fue lanzado a los leones ni su primer año (2011) en el que no jugó, ni en el segundo (2012) donde sólo apareció en tres partidos. Se ganó la titulardiad en 2013 y... bueno, el paso del tiempo ha acabado colocándole en este 2015, ahora mismo, como la promesa en el puesto de QB más estable de cuantas se van a presentar en el draft de la NFL el año que viene.
Esto es debido más a su paciencia y estabilidad que a su talento. Es decir, a su alrededor ha visto caer, como he dicho antes, a un Driskell que jamás alcanzó lo que se le preusponía, a un Braxton Miller que ahora juega de receptor/corredor al modo de Percy Harvin en Florida, o, más recientemente, a Christian Hackenberg, cuyas últimas "exhibiciones" con Penn State muestran a un tipo con un brazo nivel profesional, pero sin capacidad para entender como funciona un pocket, al menos de momento.
Es por eso que, esta noche, Connor Cook, que ha ido esclaando posiciones y conquistando rangos paso a paso y sin acontecimientos traumáticos, se enfrenta a su mayor reto. No es que la defensa de Oregon sea una unidad como para asustarle. Tampoco es que la victoria o la derrota en el partido, a priori, vaya a pasar por él. Pero es hoy cuando todos los focos que ha acumulado en sus cuatro años de carrera universitaria se van a centrar por completo en él. Con la televisión nacional. Con todos los aficionados expectantes. Con todos los ojeadores de la NFL revisando una y otra vez este duelo porque saben que aquí se van a encontrar con las respuestas que el QB da a un riuval de entidad, a un morlaco de los muy serios.
Por supuesto, el proceso del draft es mucho más complejo que un sólo partido, y nada de lo especulado, incluido el si Connor Cook es el primer QB elegido o no, tiene sentido hasta que lleguemos a marzo del año que viene, cuando de verdad la maquinaria de evaluación se pondrá en marcha. Pero partidos como el de esta noche es el que separan a los niños de los hombres, y a las jóvenes promesas de ser segunda ronda o dejar enamorados a, por ejemplo, los Washington Redskins.