SHANE GOULD
“El talento de Katie Ledecky lo tienen solo las grandes leyendas”
La australiana (1956) fue la efímera Ledecky de los 70. La única mujer en poseer todos los récords del libre.
—Usted fue la Ledecky de los años 70: logró la plusmarca mundial del 100 al 1.500 libre. ¿Qué opina sobre ella?
—De vez en cuando un súper nadador se presenta en la historia, gracias a su talento y a una inaudita habilidad para nadar un amplio rango de distancias. Obviamente, este debe reunir también unas condiciones innatas cerebrovasculares. Phelps es, por descontado, uno de ellos, y Thorpe también capturó la imaginación del mundo. En mi generación, yo era otro de esos seres humanos inusuales que podían nadar mejor que los demás en aquel momento.
—¿Qué condiciones, al margen de las ya citadas, destacaría de ella?
—Ledecky está mostrando este talento del que están hechas las leyendas. Destacaría todo de ella: su gran impulso por la competición, la sensibilidad innata en el agua, su flotabilidad, las presiones y la turbulencia del agua cuando nada… Y la suerte de haber nacido en un país que valora sus habilidades en la natación.
—¿El sistema de entrenamiento de un país es clave a la hora de gestionar ese talento?
—Claro. Si Ledecky fuese siria, por poner un ejemplo, y estuviese en uno de esos barcos que quieren llegar a Europa, posiblemente ella sería una de las supervivientes si ese barco se hunde. Pero su atención se centraría en escapar hacia la paz y la libertad. Nunca podría competir ni tener una carrera deportiva fabricada, como ocurre en Estados Unidos.
—¿Considera que, como usted, podría también dominar el 100 libre?
—Creo que podrá gestionar durante mucho tiempo la franja de 200 a 1.500. Podrá conseguir récords, grandes marcas y victorias en los campeonatos del mundo. Todo eso está dentro de sus capacidades, pero creo que el 100 requerirá de una formación diferente si ella fuera a disputarlo.
—¿Demasiada velocidad?
—Ella puede centrarse cuando sea más mayor y su metabolismo más maduro, con un desarrollo biológico completo. Hacer un sprint de 24 a 52 segundos requiere un mayor grado de compromiso físico y mental que nadar durante 115 segundos (200 metros) o más. Hay menos espacio para cometer errores, por lo que necesita de mucha práctica de carrera en situaciones emocionales.
—Usted maravilló al mundo en Múnich 72, con 15 años, pero se retiró un año después. ¿Cómo se gestiona la fama a tan corta edad?
—La gestión de la fama de un atleta exitoso es parte esencial en el deporte contemporáneo. Ella está constantemente examinada, la gente vigila la forma en que actúa y se comporta. Debería hablar con quienes han tenido experiencias similares. Creo que debería quedarse con su propio entrenador y no ir a la Universidad de Stanford. Debería ir a una universidad cerca de su hogar y de su familia para estudiar y crecer como una persona completa.
—¿Qué riesgo ve en que un atleta se separe de su entorno?
—Existe el riesgo de que se sienta ‘especial’ debido a su habilidad para nadar, por lo que puede pensar que tiene derecho a privilegios únicos. Vemos muchos deportistas mimados y ensalzados luego por los medios de comunicación. La fama también puede afectar a las relaciones. Es emocional y socialmente poco saludable si los miembros de la familia y los amigos se convierten en fans en vez de ser padres, tíos, abuelos o amigos. Las personas que pueden decirte la verdad son las más importantes. Y son las que te ayudarán a convertirte en un adulto sano y en un ser humano independiente.