El Granollers jugará mañana otra final contra el Barcelona

Durante 55 minutos parecía posible que el Juanfersa Gijón, una plantilla plagada de jóvenes y descendida a la Segunda División, diese la campanada y rompiese todos los precedentes, meterse en la final de la Copa, clasificarse para Europa, y jugar la próxima temporada la Supercopa de España. Tuteó al Granollers, le tuvo titubeante, pero es posible que en mismo momento que en la cabeza de algunos de sus hombres viese lo imposible como probable (15-12 al descanso), para que se encogiesen y apostasen justamente por lo contrario que hicieron durante toda la primera mitad.

El equipo vallesano está en la final contra el Barcelona, una más en los dos últimos años, porque entre Del Arco y Álvaro Ruiz, cuando se les nublaba la vista al equipo, tiraban de talento: los dos contra la defensa gijonesa, los dos por potencia y habilidad, los dos por amor propio. Y luego,tipos como Toledo y Grundsten siempre están bien colocados, unos para sacar partido a su enorme brazo, y el otro con su imán para los rechaces en los seis metros.

Quizá, por su apuesta valiente, mereció la victoria el Gijón, pero también es cierto que el Granollers no merecía perder. Y todo se decidió en pequeños detalles, como la inspiración de Guardia en la portería vallesana, que reemplazó de manera magnífica a Pejanovic, como los tres contragolpes o finalizaciones de Resina en los momentos cruciales para volver a una final.

También notó el Gijón la roja directa de Serdio en el minuto 20 (11-8), que era su referencia defensa, y seguramente con él en el final, el 6-0 hubiese sido más sólido en el intercambio de goles. Pero la exclusión no era dudosa, y la roja...a criterio arbitral. Y decidió que roja.

Para el Cangas, que veía el partido en la distancia, logra de esta manera su clasificación para la Copa de la EHF de la próxima temporada, la segunda vez en su historia que jugará la competición internacional.