—¿Qué le gustaría aportar al Comité de Deportistas de la AMA? —En mi época en activo me hubiera gustado que hubiese ‘uno de los míos’ en esa posición. Alguien que me entendiera. Quiero tender una mano a los que son protagonistas de la problemática. Serviré de nexo entre la AMA, el deportista español y la AEPSAD.
—Tendrá trabajo. Durante un tiempo fuera no se ha tenido un buen concepto de España… —Es cierto que una pequeñísima minoría no ha actuado bien y ha generado esa imagen. El objetivo es que una minoría no contamine y enturbie a un deporte que funciona bien.
De olímpica, a colaborar con la Agencia Española Antidopaje María Fuster, olímpica en Pekín 2008, es todavía plusmarquista española de 50 y 100 libre en piscina corta. Participó en tres Mundiales, sin obtener medallas. Estudió Comunicación Audiovisual y dejó de competir hace dos años. Sigue vinculada a su club, el Natación Palma, y junto a otra exnadadora, Roser Vives, prepara a triatletas. Será la única española en las comisiones u órganos de gobierno de la AMA. El exfutbolista, y ahora médico del Valladolid, Alberto López estuvo hasta el año pasado en la Comisión de Deportistas (son 17) propuesto por FIFA. Fuster acudió a una charla sobre dopaje en Palma, su intervención tocó la fibra de Enrique Gómez, director de la AEPSAD, y pasó a colaborar en labores formativas de la Agencia Española.
—Prioridades: ¿Investigación, prevención, acción policial? —No soy experta en dopaje, sino deportista. Para que desaparezca el dopaje, hay que poner atención en el punto de inflexión que lleva a alguien a pasar el límite. Hay factores de riesgo como el entorno familiar, presiones como la necesidad de una beca, un mal grupo de trabajo… El miedo al fracaso, a qué pasará después. Es importante comenzar por ahí.
—¿Y qué es el dopaje para un deportista? —Un punto final, un suicidio personal y deportivo después de entrenar años y años como un burro.
—Decía Moisés Dueñas, el ciclista, que arrepentirse, confesar que se dopó, le supuso “enterrarse en vida”… —Porque en algunos deportes el dopaje es cultural. Pero si te dopas, pierdes tu identidad. Dejas de creer en ti. Si alguien asume su culpa, que es muy importante, hay que ayudarle a rehabilitarse.
—¿Y a usted le ofrecieron doparse alguna vez? —No. He tenido suerte con los factores de riesgo: un entorno fuerte.
—¿Cree que alguna vez ha perdido ante nadadoras dopadas? —Sí que me lo he planteado… Lo más triste es que se hacen daño ellas. No sé cómo se sentirán ante el espejo.
—¿Es partidaria de rebajas sustanciales por colaboraciones efectivas? —Depende de cada caso. Hay que mirarlos con lupa.
—En 2015, los castigos por dopaje intencionado pasan de dos a cuatro años. ¿Suficiente? —Es que hay que ser estricto. Si les pillan, deben pensar en que se les acaba la carrera.
—Sus colegas, entre los que está Adam Pengilly (interpeló a Madrid 2020 en Buenos Aires), quizá le pregunte sobre las bolsas de sangre de la Operación Puerto. ¿Es partidaria de que no se destruyan? —Sí, pero no por venganza, sino porque quiero un deporte limpio. Es injusto que unos fueran en Ferrari.
—También le pueden preguntar por Marta Domínguez, senadora y con un proceso abierto por irregularidades con el pasaporte biológico… —¡Ufff, sí! Intentaré dejarles claro que Marta Domínguez no representa a todo el deporte español. Y que hay mucha gente que hace las cosas bien.
—¿Qué es lo que, como deportista, más incomoda del sistema antidopaje? —Pues el sistema de localización ADAMS puede ser molesto, pero es parte de tu trabajo. Recibes ayudas y se te exige. A mí me gusta que haya controles.