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VELA/ COPA AMÉRICA

Los expertos consideran los AC72 como muy peligrosos

La polémica sobre la seguridad de los catamaranes de 22 metros de eslora en la 34ª Copa América, que el próximo 4 de julio se iniciará, sigue sin que haya un acuerdo definitivo.

El catamarán Luna Rossa.

La polémica sobre la seguridad de los catamaranes Ac72 (de 22 metros de eslora) en la 34ª Copa América, que el próximo 4 de julio se iniciará en la bahía de San Francisco, se mantiene totalmente abierta sin que haya un acuerdo definitivo.

Los expertos independientes consultados (no controlados por la organización) consideran que el margen de error en una maniobra es extremadamente pequeño para un regatista sentado a una altura de casi tres pisos (12 metros) por encima de la bahía, en el lado superior de uno de los dos cascos y que se inclina hacia el agua, literalmente volando a 35 nudos (68 Km/h.).

De esta manera se han extremado las medidas de seguridad personales en los que respecta al uso de chalecos salvavidas, protecciones del cuerpo y cascos. Ahora también deben llevar botellas de oxígeno de emergencia.

El cambio de la competición es la Copa América ha sido brutal. Se ha pasado de competir en monocasco, con zapatillas de deporte, camiseta, gorra de béisbol y pantalón corto para cambiar las velas velas en medio de un caos de cabos y cables a hacerlo con catamaranes de vela-fija equipados con tecnología de última generación controlada por regatistas profesionales que confían más en los ordenadores que en los cabos y las cuerdas.

Tras la muerte en accidente del tripulante del 'Artemis' sueco, el campeón olímpico británico Andrew Simpson -enterrado ayer en su localidad natal de Sherborne (Reino Unido)- las medidas de seguridad se están extremando y que los regatistas aseguran que habrá más de un vuelco y accidentes antes de que un ganador de la Copa sea coronado en septiembre.

Ahora los AC72 se entrenan seguidos de cerca por una armada de barcos de seguimiento con buzos, médicos y personal de apoyo en caso de que uno de estos barcos zozobre.

Cada AC72, que lleva vela rígida en ala de 40 metros de alto, cuesta más de siete millones de euros y tres de los cuatro equipos han construido dos barcos cada uno. Cada equipo cuenta con alrededor de 100 empleados a tiempo completo en las bases, equipadas con grúas gigantes y otros equipos pesados para mover los barcos de sus cunas de almacenamiento al agua y viceversa para cada carrera de entrenamiento.

En las sesiones de entrenamiento y con viento de 8 a 12 nudos (14 a 22 Km/h.) sobre la bahía, las embarcaciones de vela que no usaban motores para salir a mar abierto se balanceaban bajo el sol.

Los AC72, en cambio y bajo este viento, alcanzaban ya velocidades de 30 nudos (54 Km/h.) a medida que navegaban arriba y abajo de la costa de San Francisco, levantando sus cascos y sus siete toneladas de peso a casi dos metros sobre las olas. Los expertos se preguntan de nuevo: ¿Qué pasaría en ese momento si hubiese un error de maniobra o un cambio de la racha de viento?