Rugby | VI Naciones
2012, año del dragón
Los galeses, favoritos con Francia e Irlanda Inglaterra, incógnita.
Barry John colgó las botas por culpa de la televisión. Apenas necesitó 25 partidos, entre 1965 y el 71, y dos giras de los Lions, para ser considerado el mejor 10 de la historia y ser apodado El Rey. Algo que detestaba. Capaz de patear desde 40 metros y hacer botar la pelota en una moneda de seis peniques, Gareth Williams le describió como "una libélula en medio de una batalla". Pero en el 71, con televisión en el 91% de las casas británicas, sólo había dos personajes más populares que él: la reina y George Best. Y él, celoso de su intimidad, colgó las botas y se fue a casa.
Esa misma televisión mostró al mundo el 18 de octubre de 2011 como Sam Warburton, el capitán más joven de la historia de los mundiales, era expulsado por un placaje peligroso, arruinando las opciones galesas de llegar a la final.
Hoy comienza un VI Naciones en el que la mejor Gales de la era moderna, semifinalista de un Mundial, es candidata al triunfo gracias a una excelente camada que lidera Warburton (compañero de pupitre del esférico Gareth Bale), y forman George North, ala de 19 años con cuerpo de flanker y cintura de bailarín, Faletau, Davies, Halfpenny, Priestland, Roberts... Probarán su madurez con un calendario infernal que parte de Dublín y hace escala en Londres. Pero su rugby desborda hywl y el descaro con el que Barry John embelesó a un país que adora el rugby. Enfrente, la Francia subcampeona estrena seleccionador. Después del tenebroso Lievremont, deja el lado oscuro de la mano de Phillip Saint-André, que descorchó litros de champagne como jugador. Hay síntomas contradictorios: en la columna vertebral apuesta por jugadores industriosos como Yachvili, Rougerie o Fofana, arrinconando a talentos como Malzieu en las orillas. Y la histórica beligerancia del calendario les depara una batalla cruenta, precisamente el día final de la guerra, precisamente ante Gales, en Cardiff y con lo de Warburton fresco.
Heridos. Irlanda llega furiosa, en estampida, con O'Brien, O'Connell y Bowe, pero sin el jefe de la manada: O'Driscoll. Visitarán París y regarán Londres de Guinness en San Patricio, pero cuanto más heridos estén, más peligrosos son.
Inglaterra es otro cantar. Entrenador interino, capitán novato, centros sin el kilometraje, un 9 de guardia, un 10 oxidado... No pinta bien esta selección ebria de escándalos y sin el jugador más determinante de su historia: Wilkinson. Talento cargan en las alforjas (Tuilagi, Ashton, Stretell o Foden), el reproche es la falta de hoja de ruta en ataque. Desde 2004 un jugador inglés no atraviesa las líneas enemigas y posa un ensayo en Murrayfield, donde abren boca hoy. Andy Robinson ha alquilado al gurú de los jugones, Scott Johnson, para afilar a sus acucharados tres cuartos. E Italia, renovada con seleccionador francés, tiene pretensiones altas y medio melés aliñables (Semenzato y Gori). Pero no tiene 10, brújula en la que buscar la salida de un tupido bosque en el que seguirá embistiendo árboles con su paquidérmica delantera.
Incertidumbres de un torneo que Barry John verá por la misma televisión que le convirtió en ídolo pop cuando él sólo quería "jugar al rugby y divertirme". Y lo hacía como ninguno, dicen quienes le vieron. Como esta Gales insolente y genial.