Rugby | VI Naciones
Inglaterra: Triple Corona, título, Slam y ¿Mundial?
Ocho años sin ganar nada son demasiados para un campeón del mundo como Inglaterra. En 2003 inició un camino triunfal que concluyó con el entorchado mundial y hoy, en idénticas circunstancias, pretende repetir la secuencia con Nueva Zelanda al fondo.
Para contar la historia del triunfo más legendario del rugby inglés, el del Mundial, hay que remontarse a una plomiza tarde del marzo dublinés de 2003. Inglaterra e Irlanda ponían en juego en Landsdowne Road, el hoy remozado Aviva Stadium, título, Triple Corona y Grand Slam. El actual seleccionador inglés Martin Johnson, entonces capitán, colocó a sus chicos en el lado izquierdo de la alfombra roja, sitio reservado por el protocolo a los anfitriones, quienes ofendidos, se situaron más a la izquierda del rival obligando a su presidenta, Mary McAleese, a abandonar la alfombra roja para saludarles. La treta de Jonno descentró a los locales con consecuencias demoleadoras: 6-42. Inglaterra ganó el órdago y Johnson bramó ufano: "La gente viene a ver rugby, no protocolo".
Dublín fue el punto de inflexión para una Inglaterra que concluyó alzando, en manos de Johnson, el trofeo William Webb Ellis de campeones del mundo en el Telstra Stadium de Sydney meses más tarde. Desde entonces Inglaterra no gana nada. Hoy nuevamente opta a todo, nuevamente en Dublín, y nuevamente en año de Mundial. El título es virtualmente suyo porque el average no invita a pensar en un descalabro, pero aunque Irlanda sólo se juegue el honor, los hibernios pretenden dejarle sin Triple Corona ni Grand Slam evitando de paso el dudoso honor de ser la primera Irlanda que no gana un partido en casa en la historia del torneo. O'Driscoll ha desempolvado la afrenta de la alfombra roja para motivar a su gente y Wilkinson afirma que "el espíritu del 2003 habita en esta Inglaterra".
Sea como fuere, Inglaterra ganará el título porque, aún perdiendo, conserva 42 puntos de renta en el average sobre los galeses. Estos aterrizan en un París incendiado por la derrota de los blues ante Italia y las gruesas palabras de Lievremont, quien tachó a sus jugadores de "cobardes" y les acusó de "deshonrar la camiseta".
El pueblo pide la cabeza de Lievremont y él ofrece las de Chabal, Rougeire, Jauzion y Poitrenaud. Ven los diarios galos un sospechoso parecido con el affaire Domènech en Sudáfrica. Y para acabar, Escocia se ve amenazada con la cuchara de madera ante la eufórica Italia. Finaliza un VI Naciones que prologa el Mundial ofreciendo eufóricas expectativas y apocaliptícas conclusiones.