Diez minutos gloriosos engrandecen a España

En teoría, el argumento no cambia: el mejor jugador del rival de España siempre es el portero. Ayer lo fue Bitter, que con cinco acciones seguidas parecía sentenciar el partido (18-21, minuto 50). Pero está claro que la Selección tiene alma, genio y garra, y cuando el común de los mortales se entregaba a la derrota, Sterbik emergió para colaborar con la defensa 6-0, y de sus aportaciones, unas paradas, el cambio a 5-1 con Parrondo de avanzando, y a frotarse los ojos: parcial de 7-2, y en el minuto 57 se había resuelto el partido, encarrilada la clasificación y casi con dos puntos para la segunda fase.

Lo decíamos ayer, España tiene un problema, o lo aparenta. Y está claro que en la defensa se funciona, despistes al margen quizá por una falta de comunicación. Pero en el ataque seguimos con un paso por debajo, hasta el punto de que ayer encajamos un 0-2 en superioridad de dos hombres.

Serio arbitraje.

Por lo que respecta al partido, el arbitraje serio benefició a España, porque la dureza teutona no pudo intimidar al ataque (Kauffmann y Preiss acabaron expulsados). Es decir, en condiciones de igualdad, la Selección fue mejor en un choque equilibrado hasta la pájara de los nuestros (un gol en 10 minutos), con una portentosa reacción en la recta final: goles al contragolpe y siempre con la creación a partir del juego que genera Alberto Entrerríos, con una aportación clave de Aguinagalde en el pivote.

La pena en la victoria es que Romero no esté para darle descanso al mayor de los Entrerríos, y que Maqueda no tenga la confianza de Valero Rivera, con lo que zurdo en primera línea sólo tenemos a Gurbindo.

Aguinagalde

"Estamos contentos con el juego y con el resultado. Vamos de menos a más y esperemos que no pare. En los momentos más complicados es cuando hemos estado más fríos, es cuando hemos tenido más claridad".