Golf | Masters de Augusta
El 'swing imposible' de Furyk arrasa Augusta
Hizo un 66, sin bogeys. Jiménez, mejor que Sergio
Los jueves de Augusta suelen deparar sorpresas e ilusionantes resultados entre los ilustres. El japonés Shingo Katayama quisiera soñar despierto para que sus 67 golpes (seis birdies) le ayudaran a llegar vivo al fin de semana. Larry Mize, ¡vencedor en 1987! (ante Norman y Seve en un playoff), se mostró como un veterano de lujo, tanto como los cinco birdies seguidos para arrancar de Chad Campbell. Entre todos los grandes resultados, el único que no sorprende es el de Jim Furyk, liderato en mano sin bogeys, el hombre que saca más provecho de un swing retorcido, imposible.
Miguel Ángel Jiménez es capaz de hacerle pocas a cualquier green. Ayer no fue una excepción. Hizo seis birdies (riéndose del Amen Corner con birdies al 12 y al 13) y cuatro bogeys.
Sergio García, sabedor que el Masters no se gana el jueves pero se puede perder, se subió un golpe de par. Quirós perdía fuelle.
El Augusta National, detenido en el tiempo
El Masters regresa todos los años a sus orígenes. Rerepresenta el respeto a las tradiciones, a las normas y a las leyes de un torneo que parece detenido en el tiempo. En el Augusta National todo va muy lento. Correr es cosa de nuevos ricos. El silencio es sagrado en Magnolia Lane, y los gritos de alegría o admiración después de un golpe extraordinario se parecen a una música de un piano perfectamente afinado. Y para demostrar que el Masters está paralizado en el tiempo están los precios de los carritos de comida y de los quioscos con bocadillos y bebidas. Un sandwich por 1,5 dólares, una bebida de cola por un dólar y !una cerveza por dos! Con estos precios se entiende perfectamente cómo hay una lista de espera de más de siete años para lograr entradas.