Rugby | Seis Naciones
Irlanda retrasa San Patricio cuatro días
Escocia pesa mucho abajo, pero Irlanda aún más y además tiene más solvencia en el juego dinámico de delantera. Por eso los escoceses rehuyeron las fases estáticas ante los del trébol buscando las orillas. Los de Edimburgo sabían de memoria el libreto irlandés gracias a su entrenador de delantera, Mike Brewer, quien pasó años en Irlanda dirigiendo a Leinster.
De ahí que el choque naciera vertiginoso con acometidas en la diagonal de Dannielli y los hermanos Evans. Escocia movía mucho la bola incluso en el eje profundo, provocando que los gordos irlandeses llegasen tarde. Consecuencia: Paterson fue llenando el granero. Durante la primera parte Irlanda sólo enlazó más de cinco fases de delantera en dos ocasiones: dos golpes transformados por O'Gara. Escocia, sin embargo, le arañó siete golpes a los irish.
Todos querían jugar en campo rival y todos querían el balón para marcar su ritmo. Irlanda apostaba por el trote cochinero con el que la Apisonadora Verde aplasta a los rivales y Escocia por el zafarrancho de combate a campo abierto. Con este panorama los del cardo estiraron peligrosamente el marcador hasta 9-3, pero O'Gara acudió al rescate presto.
Con 12-9 y los tres cuartos de Leinster protagonizando el juego en Irlanda, el local Tom Evans dibujó una carrera por el ala abierta, pero su intento murió abortado por O'Driscoll al placar a Paterson, que acudía en el apoyo de la jugada. Los cuchillos rozaban los gaznates en las 22 rivales cuando el árbitro mandó a la ducha a los jugadores.
La segunda parte reflejó el rango de lo que se jugaban unos y otros. O'Gara probó un drop al minuto de juego para acular a Escocia en su 22. Si durante la primera mitad el zaguero irlandés, Rob Kearny, vivía en su 22, durante la segunda se mudó al mediocampo. Cuando Stringer levantaba el ruck, al lado cerrado su delantera de acero y al abierto sus celestiales tres cuartos. Escocia comenzaba a estar en el radio de tiro de los irlandeses. Faltaba fijar el blanco. Y el impacto llegó en el minuto 50. Stringer, viejo zorro, rompió por el intervalo a la salida de una touch y serpenteó esperando el apoyo de un compañero.
El compañero fueel octavo Heaslip, la mayor irrupción de este VI Naciones, el hombre que ganó la touch a tres metros de altura y echó a correr nada más pisar tierra. Ensayo y a congelar el partido. Irlanda lo tenía donde quería. En un partido más movido de lo habitual para ellos, pero ya estaban por delante. Lo que ocurrió después es una historia que han contado los abuelos a los padres, los padres a los hijos y ahora los hijos a las novias. La almendra al fondo, el eje profundo y al final...la victoria.
Si en la primera parte la posesión fue 63-37 para los escoceses, en esta segunda los guarismos se repetían en orden inverso. Las fases se eternizaron y O'Gara comenzó a revolotear tras su se delanteros coqueteando con el drop, que pasó en el minuto 57. 12-19. Escocia estaba a tiro de ensayo, pero la 22 irlandesa ni siquiera se divisaba en el horizonte. A la hora de partido Paterson pasó una patada y arrimó a los locales a cuatro. Estaba, pero no estaba. O'Gara desperdició un golpe a un cuarto de hora para el final. Se masticaba la tensión.
La gloria distaba un centímetro de la tragedia. Y la historia de Irlanda está repleta de estas últimas. Pero Escocia es un equipo aún tierno repleto de chicos que darán tardes doradas a sus paisanos. Pero están por llegar. Antes deben morder el polvo unas cuantas veces. Justo lo contrario que Irlanda, cuya generación dorada (O'Driscoll, O'Gara, O'Connell, Hayes...), afronta su última oportunidad de pasar a la historia tomando el relevo de aquellos mitos que ganaron en el 48: Kyle, Capitán Mullen, O'Flanagan y compañía. Irlanda se ha ganado el derecho a soñar. El sábado miles de camisetas verdes invadirán Cardiff pacíficamente. Este año San Patricio se retrasa cuatro días.