Rugby | Un libro emotivo
El día que Mandela evitó una guerra con el rugby
John Carlin cuenta esta epopeya en 'El factor humano'
John Carlin estudió en la prestigiosa universidad de Oxford e inevitablemente jugó al rugby. "Era full back -arriere, zaguero-. Era duro ser el último cuando avanzaban esas grandes bestias y sólo quedaba yo para pararlos". Sin duda, aquello endureció a este reputado reportero internacional y columnista de AS. Pero ni aquellos trompazos de Oxford ni el peligro acechante de sus destinos periodísticos operaron en Carlin el efecto que produjo la celestial presencia de su "amigo" Nelson Mandela: "Hay un consenso en el mundo de que Mandela es un gran hombre, pero mucha gente ignora por qué. Aspiro a que, leyendo El factor humano, se entienda".
El libro no habla del rugby en primera persona, habla del rugby como vehículo, como trayecto a un destino final. Como arma pacífica para derrocar una guerra civil inminente en Suráfrica. Mandela advirtió en cierta ocasión que "el deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas... Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar las barreras raciales". Y eso es lo que desvela minuciosamente este libro, cómo Mandela utilizó ese poder para "salvar una nación".
Mandela cambió la concepción que sobre él tenían sus verdugos. "El caso es que los elogios en el libro no vienen de mí, sino del astuto jefe de los servicios de inteligencia del régimen del apartheid, Barnard; del encallecido general Constand Viljoen, comandante de la Fuerza Surafricana de Defensa; de los jugadores de rugby afrikáners, del propio presidente Botha, die groot krokodil...".
Ellis Park.
Utilizó el rugby para romper barreras. Aquella tarde de 1995, los springboks saltaron al césped de Ellis Park con un XV formado por 14 blancos y un negro: Chester Williams, La Perla Negra.
La narración de Carlin de aquella final es deliciosa. Desde cómo Mandela se levantó a las 4:30 de la mañana, como siempre, e hizo su cama, como siempre, hasta sus palabras a los jugadores o la decisión de vestir la camiseta número 6 de los springboks, la del capitán blanco François Pienaar.
El inglés no cuenta en estas 329 páginas un partido, narra una epopeya: ganar a la que el Daily Telegraph bautizó como la alineación de rugby "de talento más asombroso" que nadie recuerda, los All Blacks de Lomu. No buscaban ganar, querían salvar una nación. Joel Stransky lo hizo con aquel drop lejano que dio la victoria a los surafricanos y Carlin viene a ratificar en este libro imprescindible que "si el rugby es sólo un deporte, el corazón es sólo un órgano".