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Rugby - VI Naciones | Francia 13 - Inglaterra 24

Wilkinson, rey de París

Jonny protagoniza la victoria inglesa ante una Francia ofensiva

Un momento del partido
Reuters y AFP

Wilkinson había estado allí antes. Había jugado ya este partido. Y lo había ganado. Fue un déjà vu. Con una diferencia, Francia perdió con una sonrisa en la boca, sabiendo que se acerca al éxito.

Cuando el genio de Pompadour Pierre Villepreux formuló la pregunta, allá por el año 67, Francia no había ganado aún el Grand Slam. Sin embargo, detrás de aquella cuestión se escondía la historia del rugby: "¿Cómo entramos al bosque: chocando con los árboles o penetrando entre ellos?". Obviamente, Francia prefirió sortearlos, pero en las Islas hacía tiempo que se dedicaban a arrasar los bosques. Excepción hecha de los geniales galeses. Francia ha vivido años oscuros en los que los árboles no le han dejado ver el bosque. Era gobernada por el mezquino Laporte. Pero la llegada de Lievremont al banquillo galo ha devuelto a Francia a la luz. Ayer sus hombres jugaron a la mano todas las posesiones. El seleccionador prescindió del pateador en su XV y los noveles Parra y Trinh-Duc proyectaron las oleadas francesas. Wilkinson, viejo zorro, organizó emboscadas en territorio enemigo, a las puertas de la 22 gala. Adelantó a sus lugartenientes Sackey y Noon para esperar arriba a Heymans y Clerc. A los cinco minutos, Heymans no pudo eludir la embestida de un tronco (Noon) y Sackey rentabilizó el lance con un ensayo. La feroz defensa inglesa presionaba a los pipiolos franceses. Demasiados árboles en el camino. Además, la delantera visitante trabajó el set-piece rescatando dos golpes que, cómo no, Jonny Wilkinson pasó (0-10).

Pero Lievremont ordenó a Trinh-Duc seguir sorteando árboles y a los 24 minutos Nallet arañaba la desventaja tras un buen pick and go. Sin embargo, el 7-13 al descanso inquietaba en París. Había en juego mucho más que un partido, un pulso entre dos generaciones (Wilkinson y los garçons), un choque entre dos filosofías. Francia necesitaba algo más que la verticalidad devastadora de Heymans y el off load de su delantera.

Solidaridad.

Inglaterra escalonaba perfectamente en defensa. Solidaria, industrial. Los galos esperaban el bajón físico inglés en las segundas partes (3-33 de parcial en las dos primeras jornadas). Había que mover al paquete de la Rosa, evitar que Wilkinson dictara el tempo de juego. El reloj corría y llegaban los riesgos. Inglaterra apretaba a Parra, que por entonces había relegado a un segundo plano a Trinh-Duc. Los compañeros de Jonny mordían retrasando la salida del ruck. El reloj trabajaba a favor de los visitantes, que jugaban en inferioridad, cuando Wilkinson clavó un drop crucial. Alejaba a Francia a seis puntos a falta de 15 minutos. Segundos después, abrochaba una patada desde 48 metros. Jonny ya había estado allí. En París, su ciudad preferida. El partido murió con Wigglesworth, otro novato que se graduó con nota, ensayando en el ingoal francés.

En 1967 Francia eligió sortear los árboles. Un año después ganó su primer Grand Slam. Lievremont prefiere seguir evitándolos y hace bien. De momento gana a casi todos y divierte a quienes lo ven. El problema es que Villepreux no calculó hace 40 años que al fondo del bosque estaría un tal Jonny Wilkinson al que siempre le quedará París...