Dos estilos diferentes capaces de lo mejor

Si hay que buscar algún equipo sorpresa ese es el Martorell. Un club que vivió momentos institucionales difíciles que le situaron en la parrilla de salida con una plantilla corta, aunque competitiva. Los resultados le hicieron crecer en base a la idea más vieja que sostiene a un equipo de fútbol sala: defensa y contragolpe. Se hizo fuerte en casa y arañó resultados importantes fuera para ir posicionándose en puestos de privilegio. Sus opciones de llegar lejos en la Copa bajan. Una plantilla muy corta, sin José Ruiz, lesionado; la duda de Diego y un equipo base veterano.

En frente un MRA Gvtarra que no ha sorprendido a nadie, salvo por el infortunio de tener que hacer un puzzle para completar las actas en cada partido. Las lesiones y los internacionales extranjeros le han privado de mantener la regularidad que se esperaba de él, y aún así se ha metido en la Copa con cierta tranquilidad. El MRA es realidad como bloque, aunque ha perdido mucho tiempo durante la primera vuelta para fortalecer el sistema y meter en la dinámica a sus tres novedades. Tres porque Minhoca, llegado del Benicarló, se ha ido al Playas y ha sido sustituido por Lukaian.

Dos estilos de juego cruzados, aunque los dos lo basan en la concentración defensiva. El Martorell se cierra como una ostra en torno a Leandro, que es la perla si luce. Luego, lanza el contragolpe en tres toques, como mandan los cánones. El MRA apuesta por dominar los espacios en toda la pista y un juego más colectivo, participativo y con la estrategia a balón parado como la joya de la corona.