Selección | Eurocopa 2004

La aventura de Fraga a Braga

Paliza de once horas para llegar a Portugal. Caos por las calles de Santiago en la visita al Apóstol. Autógrafos para niños y almuerzo con don Manuel

JESÚS AGUILERA

Hace dos años, la Selección invirtió doce horas y media en recorrer los casi 13.000 kilómetros que separan Sevilla de Busán, allá en Corea del Sur. Ayer necesitó once en cubrir el trayecto Madrid-Braga, unos 500 kilómetros. El equipo se levantó a las ocho de la mañana y pasaban de las siete de la tarde cuando avistó por fin su lugar de concentración. Un futbolista con etiqueta de titular nos susurró: "Rusia (primer rival de España en la Eurocopa) ya nos va ganando por 2-0 y ha tirado tres veces al palo". Rusia está desde anteayer en Faro, pasando el día tan ricamente, entre carreritas y latigazos de buen vodka, que las costumbres son sagradas.

Paliza de horas y paliza popular la de la Selección ayer, pues en un tiempo en el que la seguridad es materia obsesiva, la falta de coordinación entre Xunta y Ayuntamiento de Santiago propició que los jugadores recorrieran a pie el casi medio kilómetro que separa el final del Camino de la Catedral y lo hicieran con niños colgados del cuello, niñas que pedían y recibían besos y empujones a discreción. Un caos controlado al que en Santiago no dan gran importancia. Nos contaban que la hija del presidente Bush acabó el Camino y se paseó casi sin escolta por los bares más populares de la noche santiaguesa y, la mejor, cuando una turista interrumpió una conversación entre Fraga y el director general de Renault para pedirle a éste que le retratara con el presidente en su teléfono-cámara. Sin que en ni en uno u otro caso, la guardia se alterara lo más mínimo. La Xunta (PP) acabó echando la culpa de la falta de organización (ni una vallita separadora entre jugadores y público), al ayuntamiento socialista, en este tiempo preelectoral. Nos fuimos sin saber quién la pifió, pero el error fue gordo, eso no se discute. Con cara de cansancio llegó por fin España a Portugal, que jamás nos pareció tan lejana.Y todo porque la Federación quiso que el equipo ganara el jubileo. El programa fue visita al Apóstol, firma de autógrafos y almuerzo con Manuel Fraga, presidente de la Xunta. Hora y media discursos incluidos y, por lo visto, despedida a la francesa de don Manuel, cuya peculiar jerga les pareció a los jugadores del Barça una mezcla de Núñez y Cruyff, algo difícil de digerir.

La ofrenda al Apóstol fue el momento emotivo del día. Iñaki Sáez y Raúl pidieron a Santiago su protección y por la paz en el mundo, lo que provocó que los fieles irrumpieran en un fuerte aplauso, que se repitió cuando el botafumeiro purificó, arriba y abajo, no sólo el ambiente catedralicio sino también cabezas y piernas de los seleccionados.

Volverían si ganan el título

Manuel Calvo, dean de la Catedral de Santiago, animó a los jugadores a volver con la copa el día 5 de julio (la final está programada para el 4). Casillas, Torres, Raúl y otros recogieron el guante y se brindaron gustosísimos a traerle el trofeo al Apóstol, que sin duda habría tenido mucho que ver si se produjera un triunfo español. El momento divertido de la visita se produjo cuando el botafumeiro empezó a coger vuelo y pasó relativamente cerca de donde se sentaba Iker Casillas. Una voz infantil se oyó de pronto: "¡Páralo, Iker!" Afortunadamente, el portero se contuvo.

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