Dakar 2004 | 7ª Etapa

Pagar un dineral por sufrir en el desierto

Los pilotos privados gastan miles de euros por participar en una competición que les reporta más calamidades que satisfacciones.

Vosotros habéis pagado mucho dinero para correr la prueba más duro del mundo. Ahora no os echéis a llorar”. Lo dijo Thierry Sabine, padre y fundador del Dakar fallecido en 1986, mientras sobrevolaba en helicóptero el desierto del Téneré. Han pasado los años y aquella máxima sigue vigente. Correr esta carrera cuesta un ojo de la cara. En plan barato, alrededor de cuatro millones de las antiguas pesetas por hacerlo en coche, dos y medio por hacerlo en moto y más de seis en camión, sin contar el añadido de las asistencias. Pero ni siquiera eso garantiza cubrir al menos la mitad del recorrido.

Prueba de ello fue la etapa de ayer, con salida en Tan Tan y llegada en Atar, ya en Mauritania. Resultó un calvario y a las nueve de la noche habían llegado al vivac 48 motos de las 148 que comenzaron la etapa, 24 coches de 118 y 5 camiones de 53. El recuento definitivo no se podrá hacer hasta primera hora de hoy, justo antes de la salida y tras pasar un reconocimiento médico.

Si por los pilotos fuera, la mayoría saldrían en cualquier circunstancia con tal de seguir en carrera, por eso luego pasa lo que pasa. El pobre Carlos Iscla nos advirtió el martes por la noche que estaba muerto de sueño. Pocas horas después tuvo que partir y sufrió un accidente al manillar de su moto por quedarse dormido.

Correr obligado. La antítesis de esta historia es Víctor Rivera, que con 21 años es el segundo piloto más joven de la caravana. Su padre le ha pagado a este maño todos los gastos para que participe y él dice que no le gusta, que lo hace por obligación. La noche anterior, un mecánico le hizo un motor de tres para que su moto estuviera lista y cuando llegó la hora de la salida se escondió para evitarse el marrón que le esperaba. Le encontraron y partió una hora más tarde.

Así es el Dakar, mitad aventura, mitad negocio. Patrick Zanirolli, director deportivo, lo sabe y se ha encargado de diseñar un recorrido que hiciera una selecta criba antes de llegar más lejos. Los primeros profesionales en llegar a meta dijeron que ellos habían sufrido como nunca y que los amateurs no pasarían. Simple: reducción de costes.

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