Rallies | 5ª Etapa

Esteve se afianza en el primer puesto

La estrategia del equipo funcionó a la perfección y el ilerdense se hizo con el triunfo de etapa por delante de su compañero Roma.

Los tres mosqueteros españoles del Dakar, Isidre Esteve, Nani Roma y Marc Coma, al fin hicieron caso del ‘uno para todos y todos para uno’, lo que les sirvió para firmar una quinta etapa espléndida. El premio fue la victoria en la primera especial larga (337 km) para Esteve, el segundo puesto de Nani y la confirmación de que Coma sí sabe cumplir órdenes.

El ilerdense estrenó liderato en su séptima participación y le sentó de maravilla. Su cuarta victoria de etapa en el Dakar le dio una renta en la general de 36 segundos sobre Meoni, pero lo mejor de todo es la sensación de fiabilidad que ofrece cada día. Harto de trabajar en ediciones anteriores de mochilero y de ser considerado el tapado de la prueba, se ha reivindicado como un sólido candidato a la victoria final. Y eso es bueno para Roma, que se libera de presión. Además, así le duelen menos los cuatro minutos que le saca el líder y ya sabe que puede contar para lo que quiera con su amigo Coma.

Tras debatirlo la noche anterior, Jordi Arcarons acordó con sus pilotos que Coma se pararía al principio de la especial hasta que le adelantara Roma. Perdió 12 minutos, pero así el jefe de filas llevará a partir de ahora siempre a su escudero tras él, por si las moscas.

Mejor talante. La cara de Coma era mejor que la del día anterior, cuando se demostró que la estrategia en la jornada de la playa de Castellón fue desastrosa. Mitad resignado, mitad orgulloso, Coma se restó protagonismo diciendo que sólo cumplió con su deber, pero esperanzado en que en un futuro no muy lejano sean los mochileros los que trabajen para él.

El susto del día lo protagonizaron esta vez dos figuras de coches. Vatanen perdió casi 40 minutos en la especial al romperse la caja de transmisión de su Nissan; mientras, el ganador de la etapa y líder, Peterhansel, lo pasó muy mal para completar los últimos kilómetros de enlace. Se le averió el cambio de su Mitsubishi y fue empujado 80 kilómetros por Maier. Los últimos metros los hizo empujando el coche con la ayuda de su copiloto (lo que le costó una penalización de cinco minutos, aunque pudo haber sido más) y, tras cruzar la meta, cayó al suelo extasiado por el esfuerzo.

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