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Maldonado el tranquilo

De Maldonado tengo algunos datos: siete goles en cinco partidos que salvaron al Betis B (los dos últimos, en la imprescindible victoria de Jerez) y unos redaños inversamente proporcionales a su físico es lo que me dicen que alumbra a este futbolista de maneras menudas. Pero el Maldonado que recuerdo yo es algo, mucho más que el salvador de un equipo en Segunda B que ahora tiene la oportunidad demostrar en el mejor escaparate que tiene el fútbol, ese Cortinglés de las Ligas que es la Primera División española.

Lo vi en el Bernabéu, después de salir al campo con 3-1 en contra y salvando con dignidad y cuatro carreras el marrón al que le sometió Víctor Fernández en su debut. Había jugado 10 minutos, cambiado la camiseta con McManaman y conocido el estadio de sus sueños, porque a mí me dio pinta de merengón. Pero salió del vestuario como Pedro por su casa. Los de Madrid no le echaron cuenta. Los de Sevilla, más preocupados del varapalo, tampoco le abordaron en manada. Dos preguntas, apenas tres, a las que él respondió con el más absoluto desparpajo: "Ha estado bien".

Aquel deja vu me da buena espina. Maldonado es un chaval tranquilo, capaz de sobreponerse al marrón de Víctor en el Bernabéu y al que le tiene preparado esta tarde: ser el delantero titular de un equipo que lo me marca un gol al arcoiris como el que remate no se llame Fernando. Él se lo toma con desparpajo y soltura. Maldonado, más que un delantero menudo o un salvador de filiales, es un hombre tranquilo. Y eso, en este Betis desquiciado, es lo que más hacía falta.