Un botín psicológico

Ayer vimos la mejor etapa del Giro de Italia 2003. Quedó claro que no hace falta un final en alto para garantizar el espectáculo. Cuando los ciclistas se lo proponen, el trazado es lo de menos. Esta vez se lo propusieron los integrantes del equipo Saeco, que realizaron una etapa impresionante. Se dieron cuenta de que Garzelli estaba un poco tocado y decidieron atacarle desde lejos, donde se hace más daño. Simoni aprovechó el magnífico trabajo de sus compañeros para dejar claro a todo el mundo, incluido a Garzelli, que es el hombre más fuerte y valiente de esta edición. No hay otro escalador como él.

El esfuerzo de Simoni tuvo doble recompensa: la maglia rosa y, quizá más importante a estas alturas de la carrera, un gran botín psicológico. Garzelli ya sabe que no tiene nada que hacer en las próximas rampas. Y aún quedan muchas... De hecho, si no hubiera sido por la ayuda del Lampre, e incluso del Kelme, su castigo habría sido mucho más duro. Al margen del pulso Simoni-Garzelli, la etapa tuvo otros protagonistas. Me quedo con la gran actuación de Tino Zaballa, un ciclista muy fuerte. Le conozco desde juveniles y hay pocos corredores que sigan una progresión tan inmensa.

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