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Fórmula 1 | La vida de Fernando Alonso (capítulo iv)

Un chico reservado y buen estudiante

El ovetense conoció a Alejandro y Ramón en una prueba de kárting en Asturias cuando apenas tenía cuatro años. Tuvo que compaginar carreras con estudios hasta llegar a COU

Carlos Miquel
<b>INSEPARABLES DESDE PEQUEÑOS.</B> Alejandro Rodríguez, el más alto y corpulento, y Ricardo Morán guardan fotos de aquellos fines de semana con olor a gasolina. Nano, siempre entre ellos.
RV RACING PRESS

Fernando Alonso también es fiel a sus amistades. El ovetense conserva sus dos mejores amigos, Ricardo Morán y Alejandro Rodríguez, a los que conoció en los karts cuando tenía sólo cuatro años. Se conocieron en una carrera en Ribadesella y desde entonces son todo lo inseparables que les dejan sus compromisos. Pasaron de jugar al fútbol los domingos de carreras a salir a cenar y a jugar a los bolos en su Asturias natal. Son compañeros de bocadillo, Coca-Cola y furgoneta, recuerdos infantiles y primeros amores.

Esta parcela también está relacionada con las carreras. De hecho, Ramón y Alejandro siguen ligados a este mundillo. El primero es telemetrista del equipo de Adrián Campos y hace sus pinitos con la Copa Hyundai, mientras que Alejandro quedó tercero en el campeonato de Asturias de rallys. Ambos destacan la increíble rapidez de su amigo, al que sacan tres años: "La verdad es que no había manera de ganarle. Y eso que, de pequeño, era bastante bajito y nosotros algo más mayores. Siempre supimos que era bueno, pero cuando eres pequeño no tienes conciencia de estas cosas. No fue hasta que ganó el Mundial de karts cuando nos dimos cuenta de que llegaría lejos".

Ramón destaca de la personalidad de Fernando su timidez: "Muy reservado. Nunca le gustó salir de copas como otros chicos de su edad. Lo suyo ha sido estar tranquilo con su familia y salir si acaso de tarde. Aún quedamos de vez en cuando. Las carreras te hacen madurar antes".

Y es que desde temprana edad, el trío de Ribadesella tuvo que crecer muy deprisa. Debían estudiar durante las competiciones, que muchas veces eran fuera de Asturias, y no disponían del tiempo que tenían otros chavales de su edad. "Pese a eso —cuenta Alejandro— Fernando siempre sacó muy buenas notas. Nunca tuvo problemas. En realidad, siempre hace bien todo aquello en lo que se empeña".

El ovetense estudió de los cuatro a los catorce años (1985-95) en el colegio Santo Ángel de la Guarda. Allí cursó primaria y EGB. Lo dejó en octavo y de los profesores de entonces sólo quedan dos. Uno de ellos, Antonio Pastrana, reconoce haber madrugado en el GP de Malaisia. Más patente aún es la huella de Alonso en su instituto, el Leopoldo Alas Clarín de San Lázaro, donde estuvo de 1995 a 2000. El director, Alberto Saráchaga, expediente en mano, recuerda a Alonso como un "buen estudiante, salvo en COU, curso con el que no pudo copado por los compromisos deportivos", y le describe "equilibrado y tímido".

El centro tenían una notificación del Ministerio de Educación para que Nano pudiera compatibilizar las clases con la competición, al ser considerado por el Estado deportista de alto nivel. Alonso hacía pellas consentidas.