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Intercontinental | Real Madrid - Olimpia

Pacto desde el cielo de Siberia

La impactante visión de las llanuras nevadas de a Siberia a casi 11.000 metros de altura hermanó más que nunca a Florentino Pérez con Raúl González, los dos ‘pilotos’ de este Real Madrid que quiere reconquistar el mundo el próximo martes.

Pacto desde el cielo de Siberia

La tripulación del vuelo de Iberia 6729 que desplazó a la plantilla del Real Madrid hasta Tokio tardará en olvidar este viaje. La mezcla de aficionados, periodistas (más canallesca que nunca) y turistas convirtió el vuelo chárter fletado por la compañía española en una especie de camarote de los hermanos Marx donde el buen humor y la ingesta de líquidos dejaron a un lado cualquier pánico a las alturas. Baste decirles que la tripulación vio anonadada cómo a las dos horas y media de empezar el vuelo ya se habían agotado las existencias de whisky (había barra libre por ser un vuelo transoceánico).

Varios metros más adelante, en la zona business, los jugadores, técnicos y directivos disfrutaban de la travesía con evidente mayor moderación y sin perder los papeles de una forma tan escandalosa. Gracias a la mediación de María José Llorente Gento, hermana mayor de la saga de los Llorente y sobrina del gran Paco Gento, como sobrecargo del vuelo me facilitó poder ver desde la cabina del imponente Airbus-340 cómo sobrevolaba Siberia. Allí me encontré a Florentino Pérez, relajado, sonriente y convencido de que el miércoles se agotará el champán en el vuelo de vuelta pa festejar la que sería su primera Copa Intercontinental (obviamente, si se pierde será de nuevo la Toyota Cup).

El momento más emocionante llegó cuando desde la cabina se pudo contemplar la interminable llanura nevada siberiana, con un blanco tan impactante como el que luce el Madrid. Florentino bromeó con Raúl (para que luego digan que no se llevan bien), y también con Iván Helguera y Óscar Miñambres, dos obsesionados por las aeronaves y el milagro inexplicable de poder volar a más de 33.000 pies.

Las maravillas de las tecnologías permitieron incluso que Raúl pudiese llamar a Mamen Sanz desde la cabina para preguntarle como estaba Huguito, el segundo hijo de la pareja. Raúl le dedicará la Intercontinental.