Ford y Sainz tenían cuentas pendientes

El 12 de junio de 2000, Pipo López pronosticaba a Carlos Sainz "un duro año y medio de contrato" en Ford. Su vaticinio se ha cumplido. La despedida que le ha dado Ford no ha podido ser más amarga. Le hubiera bastado parar en el rally de Gran Bretaña a Martin, un joven piloto que nada se jugaba en el Mundial, para que Sainz hubiera acabado segundo, en vez de tercero, en el podio del Mundial. No hubiera causado escándalo la orden, porque es habitual en los rallys que las escuderías coloquen a sus pilotos en el orden más conveniente, sobre todo para evitar piques que acaben en accidentes.

Pero Ford no quiso que Sainz fuera subcampeón del mundo. Ford se la tenía guardada a Sainz. Pipo López lo había advertido. El 11 de junio de 2000 ocurrió que Ford mandó parar a Sainz en el rally Acrópolis para que McRae ganara. Sainz obedeció. Pero lo hizo con descaro. Se paró en el último metro del último tramo. Sainz buscaba con ahínco un triunfo que se le negaba desde hacía dos años y ahora que lo tenía tan cerca le habían mandado parar. Le supo a cuerno quemado. Sobre todo porque en Ford le habían asegurado que, de haber órdenes de equipo, sería a finales de temporada.

Para ser justos con la historia hay que recordar que Sainz también se ha favorecido de las órdenes de equipo. En 1995, estando en Subaru con McRae, la escudería ordenó al británico a penalizar para no poner en peligro la victoria de Sainz. El mundo de los rallys es así. No de caprichoso, pero sí de interesado. Y a veces interesa que un piloto sea el número uno y otras, que haga de escudero o, en este caso concreto de Gran Bretaña, que Sainz se las apañe como pueda, que no va a seguir y Martin, sí. Después de 165 carreras, Sainz debe estar ya curado de espanto. Su palmarés no se lo quita nadie.

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