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Iker, cosecha del 81

Cuando Iker Casillas llegó a este mundo el 20 de mayo de 1981, todavía se celebraba por las calles de San Sebastián la consecución de la primera Liga ganada por aquella Real compacta e impermeable que empezaba por la ‘a’ de Arconada y terminaba por la ‘s’ de Satrústegui. Iker sólo tenía una semana de vida y ya saboreaba su primer chupete cuando el Madrid de los García regresó derrotado (1-0) de la final de París con el Liverpool. Vamos, que el niño es como el Mesías. Irrumpió en la familia madridista en el período de entreguerras y ahí está, liderando desde la cajonera la conquista de las dos últimas Copas de Europa y salvando al Madrid, como dejó claro ayer, de un nuevo waterloo en esta desconcertante Liga.

Casillas evitó un fiasco de mayor enjundia. En el arranque aburrió al turco Nihat Kahveci sacándole dos balones con aroma de gol, y después le ganó el segundo pulso del combate a Darko Kovacevic, máximo artillero de la competición. En el primer cruce de guantes le sacó una mano abajo, en un disparo cruzado, que hubiese firmado el mejor Arconada de los 80. Después, El Niño amargó el cumpleaños del goleador serbio (nació el 18-11-73) gafándole con esa mirada que desvió dos balones a los postes de su fortaleza. El Madrid no despega pero Iker nos deja, y más con la nueva alianza Helguera-Pavón, mirar al Camp Nou y a San Siro sin derrotismos.