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ACB | Estudiantes 84 - Real Madrid 72

¡Es-tu-dian-tes!

Ganó el derby en los rebotes (¡20 en ataque!) y tumbó a un Madrid voluntarioso.

Al final voy a tener que darle la razón a mi admirado Imbroda. Hoy por hoy, los rebeldes de la clase, los insurrectos del Ramiro de Maeztu, los nuevos jerarcas de las alturas de mi barrio (Carabanchel), son y no tiene sentido discutirlo más, el primer equipo de Madrid. Estudiantes afrontó el derby por antonomasia y el duelo fratricida entre hermanos (los Reyes), con la convicción y el vigor propios de quien se sabe superior y, en consecuencia, afronta los problemas sin que le tiemble la patilla... ni la muñeca.

El Madrid de Imbroda es como ese restaurante que antaño era la referencia gastronómica de la ciudad y que ahora ve como sólo le quedan los clientes de toda la vida, mientras que las nuevas generaciones apuestan por ofertas más sugerentes y renovadoras. Estudiantes ya destripó el último proyecto de Scariolo, tirándole de la cuneta de la Liga ACB y de la Copa del Rey con dos sartenazos que terminaron enviando al italiano a galeras.

Los toreros de Vistalegre ofrecieron un master intensivo en una de las facetas determinantes de este deporte: el rebote (48 a 34). Cuando el rival (su odiado Real Madrid) hace bien los deberes, enchufa la primera que le llega (triple de Lucio Angulo: 0-3), defiende con intensidad y lidera las primeras escaramuzas en el marcador electrónico (6-19, 16-25, 31-42...), no te queda otra que apretar los dientes, tomarte cada rebote como la última jugada de tu existencia y pugnar por la pelota como si fuese la esplendorosa Raquel Welch en Hace un millón de años.

En vista de que el Madrid le estaba friendo con los triples de Hawkins, los palmeos de Edu Hernández-Sonseca (para algo es tan grande como Romay) y las seductoras locuras de Lucas Victoriano, Es-tu-dian-tes se aferró al ardor patrio de Carlitos Jiménez (un alumno aventajado del San Viator, el histórico colegio de la Plaza Elíptica) y las explosivas apariciones del negrito Corey Brewer en el último cuarto.

Un mate brutal, impropio de un tipo de 188 centímetros, y un triple imperial lideraron el arreón estudiantil, que dejó a un Madrid voluntarioso y honesto sin respuestas. Felipe (¡16 puntos, 15 rebotes!) le ganó la partida a su hermano Alfonso, Herreros no pudo tirar del carro y la Demencia vibró. Era su noche. Pero ojito, esto es largo, muy largo...