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Zizou-Raúl, gol de oro

Este Madrid es como Lou Ferrigno, el personaje que interpretaba a Hulk (La Masa) cuando yo era un crío. El tipo era paciente y frío, pero cuando alguien le sacaba de sus casillas experimentaba una metamorfosis letal. Sus camisas se desgarraban, sus músculos crecían como lo hizo el Danubio este verano, su piel se ponía verde como el césped de Zorrilla y se hacía una petaca con todos los que se plantaban en su camino. Bastó que Ramírez Domínguez buscase su minuto de gloria expulsando rigurosamente a Salgado para que el Madrid sacase la fiera que lleva dentro, ese orgullo que exhibe como nadie en el Bernabéu y que sólo se emborrona cuando se aleja de su morada.

Raúl salió al rescate de su equipo en esos momentos de aparente zozobra. Como si quisiese improvisar un homenaje a Helenio Herrera (el inventor de la teoría de que con diez se juega mejor), Raúl fabricó junto a Zidane una jugada digna de dos candidatos a ganar el Balón de Oro. De la nada diseñaron un tuya-mía exquisito, un desmarque, un pase arquitectónico del galán francés y una definición raulista del madrileño. Metió su palanca mágica para tumbar a Bizarri y poner un sello futbolístico sólo para coleccionistas. Gol de oro.

Pero en el segundo acto del partido, Ramírez y sus linieres siguieron con sus gamberradas, fabricando el 1-1 definitivo. Eso sí, el Real Madrid no terminó de aprovechar su mayor talento y sólo una arrancada de Raúl en posición correcta, ilegalizada por un juez (?) de barba poblada, pudo darle al Del Bosque team la felicidad completa. Un puntito siete días antes de que Ronaldo se estrene por fin ante el Alavés. Me niego a esperarle un solo día más.