Gimnasia | Mundiales de Rítmica
Todo el oro para Rusia
Kabaeva y Tchachina monopolizaron las cuatro finales.
Este Mundial de Madrid se recodará por el abuso de las rusas, ganadoras de todo el oro: Kabaeva, casi hace pleno, cinco de seis (tres de aparatos, una individual y otra por equipos), más una plata; el oro que se dejó la campeona fue para su compatriota Irina Tchachina, belleza de plata, que fue segunda en la general y segunta también en cuerda, pelota y mazas. Las migajas, para la búlgara Simona Peicheva (aro, pelota y mazas) y la ucraniana Yerofeeva (cuerda).
Almudena Cid, que intervino en la final de aro, mejoró su puesto de los días previos para lograr un sexto puesto, quizá excaso para sus merecimientos.
El duelo fratricida transcendió a la grada, dividida entre la simpatía espontanea de Kabaeva y la seriedad tradicional de Tchachina. Dos gimnastas excelentes en claro antagonismo deportivo.
Kabaeva se dejó el oro del aro porque no recogió un lanzamiento y tuvo que buscar el aparato por el tapiz. Su ejecución fue mediocre, la quinta entre ocho, pero el nivel de sus ejercicios parte a tanta distancia del resto que pese a ese error tan grave para ella, sólo quedó segunda. Tchachina, por fin, se colgaba el oro, pero la de Siberia no podría quedarse con el de cuerda, el aparato que tradicionalmente se le atraganta a la tártara, que esta vez no falló.
En esta radicalización entre el grupo de Kavaeba y el de Tchachina, mayoritario en Madrid por aquello de identificarse con el débil, Longines estuvo hábil: ya que tiene a Alina contratada para promocionar su relojes, decidió que Irina se llevase el premio a la gimnasta más elegante. Antes decidía la prensa, pero entonces no había dinero por medio.