32 `Kilos´ por reírse de los atentados de EE UU

El Chelsea decidió sancionar ayer a sus jugadores Frank Lampard, Jody Morris, John Terry y Eidur Gudjohnsen después de que éstos se emborracharan el pasado 12 de septiembre en varios locales públicos de Londres. Todos ellos deberán pagar una multa de 130.000 libras (unos 32 millones de pesetas) por el penoso espectáculo que protagonizaron en estado de embriaguez.

Los hechos, que fueron reveladospor el rotativo sensacionalista News of the World, comenzaron el 12 de septiembre, apenas 24 horas después del ataque terrorista sobre las Torres Gemelas y el Pentágono en EE UU. Los cuatro jugadores del Chelsea, acompañados por el que por aquel entonces era su compañero Frank Sinclair (ahora en el Leicester), acabaron la sesión de entrenamiento diaria y se marcharon a tomar unas cervezas a un pub cercano.

Las copas se les fueron de las manos y la borrachera les hizo perder el control. Acudieron al bar del hotel Posthouse, donde estaban alojados un gran número de turistas norteamericanos que intentaban ponerse en contacto con los familiares en su país tras la catástrofe del día anterior. Los jugadores comenzaron entonces a bromear en voz alta sobre los atentados, mostraron sus genitales y empezaron a arrojar cacahuetes sobre el resto de la clientela, que estaba pegada a la televisión recabando información.

"Era realmente patético, ellos se paseaban desnudos mientras en la televisión salían imágenes de bomberos buscando supervivientes, de gente deambulando por las calles de Nueva York", dijo uno de los empleados del hotel.

Tras ser expulsados de éste, las fechorías de los jugadores cambiaron de lugar. Desde allí, recalaron en diversos pubs de Londres, de los cuales fueron expulsados dado su estado. Incluso, llegaron a vomitar sobre otras personas que seguían atentas las noticias.

Los jugadores confirmaron al News of the World los hechos y se mostraron arrepentidos. Así, Lampard dijo que "no sabía que había clientes norteamericanos. Es cierto que bebimos, pero no quisimos molestar a nadie". Morris, por su parte, fue más explícito: "Fue una falta de respeto terrible. Me encuentro fatal por lo sucedido y ojalá nunca hubiera pasado".