Canadá recupera su corona
El combinado dirigido por Try Ryan se impone a Estados Unidos en la clásica final de hockey hielo femenino. Tras caer en PyeongChang, quinto oro olímpico.
No existe un consenso generalizado sobre el origen del hockey, ni en su modalidad sobre tierra firme ni en su disciplina sobre hielo. Los más puntillosos exigen remontarse a los juegos de pelota y pala practicados en la antigua Grecia y en Egipto. Otros, identifican los cimientos en el hurling irlandés, el shinty escocés o el bandy inglés, documentados desde el siglo XIV. Referencias en cartas del Rey Eduard III de Inglaterra, rastros en los pueblos indígenas precolombinos... Muchas teorías que desembocan en dos certezas irrefutables: Canadá, en cuyo hielo se disputó el primer encuentro organizado (1875), fue el país impulsor de la modalidad invernal. Estados Unidos, que cuenta con la liga más importante del mundo (la NHL), se sumó al impulso. De dichas raíces, esta final. La quinta entre ambas selecciones en categoría femenina olímpica, el quinto oro para Canadá tras un duelo emocionante hasta el último suspiro (3-2). Y con venganza incluida: en PyeongChang, fueron las estadounidenses quienes se impusieron, logrando su segunda máxima presea. Ahí se quedan.
Así como en categoría masculina la sorpresa encuentra sus recovecos, como en la presente edición, en la que ni estadounidenses ni canadienses lucharán por las medallas, en las competiciones femeninas la hegemonía es total. "Si luchamos por la medalla de oro, será un milagro sobre el hielo", aseguraba Andrea Braendli, portera suiza, durante la presente edición de los Juegos. Días después, los hechos le daban la razón de la forma más amarga posible. Las chicas de Try Ryan le endosaban diez goles en semifinales. Impactante, pero terroríficamente previsible. Que Canadá esté en una final olímpica ni cotiza. Que lo esté Estados Unidos, tampoco. Las primeras han acudido siempre, desde Nagano, en 1998; las segundas sólo se ausentaron en Turín (2006). Apuesta tan segura como poco prometedora en lo económico. La banca siempre gana, como ellas.
Un torneo abrasador
Sobre el hielo del Wukesong Sports Centre, emociones a la altura de la historia. La hoja de arce, posiblemente con su mejor elenco de todos los tiempos, salía arrollando, dando continuidad a su abrasador torneo, con 47 goles favorables, su récord, al término del mismo. Diferencia de dos tantos al finalizar el primer parcial que, a trece segundos del final, se hacía ínfima. Tras un 1-1 en los segundos veinte minutos, Amanda Kessel marcaba el gol de la esperanza yankee. Demasiado tarde, pero a tiempo de honrar al clásico y sus necesarios nervios. Un palo de Alex Carpenter, minutos antes, hubiera podido hacer algo más que alterar la tranquilidad canadiense, pero no pudo ser.
Ni hoy, con las de Ryan menos alegres en ataque, camaleónicamente letales. Sólo 21 tiros suyos por los 40 de Estados Unidos. 38 paradas de Ann-Renee Desbiens por 18 Alex Cavallani. Lo contrario a lo visto en Pekín, pero igual de efectivo. Principalmente, a través de la capitana Marie-Philip Poulin, con un doblete y un trozo importante de historia en su stick. Ante Hilary Knight, leyenda nacional que se ha convertido en la estadounidense con más partidos olímpicos (22), se erigía como la primera jugadora (hombre o mujer) en anotar en cuatro finales por el oro, haciéndolo en todas las que ha estado. Abanderada en esta edición, tres veces campeona olímpica y otras tantas MVP de la liga canadiense, sigue agrandando un legado al que aún le queda mucho por delante, pues tiene 30 años, pero que ya es difícilmente repetible.
El broche al enésimo capítulo de una de las rivalidades más feroces en la historia reciente del deporte, una que, en ciertos momentos, incluso, ha hecho replantear las bases de la propia disciplina, debido a la gran distancia respecto al resto de aspirantes. 29 a 20 a favor de Canadá en los duelos directos en finales. 88 a 67 en el cómputo global de enfrentamientos. Once mundiales por nueve, con los primeros nueve para las canadienses y nueve de los últimos once para las estadounidenses. La sexta final olímpica, para las canadienses. Los orígenes nunca se esclarecerán por completo, pero la corona del hockey hielo femenino vuelve a ser suya.
