España puede hacer malabares
Javier Lliso y Thibault Magnin aspiran el martes (05:30) a meterse entre los 12 que irán a la final de esquí acrobático slopestyle, una modalidad espectacular.
"Este resultado me da mucha más tranquilidad de cara al slopestyle", aseguraba Lliso tras su diploma olímpico. El madrileño de 24 años que decía que su cabeza "está en las nubes" tras su brillante actuación llega a su prueba preferida y los rivales ya le han tomado la matrícula. "El objetivo con Javier y con Thibault es darlo todo y que ambos opten al Top 12 que les permita entrar en la final. Y luego allí, veremos. Hemos traído este deporte desde la base hasta la Luna", avisa Josep Gil, entrenador de ambos, y al que le ha tocado teñirse el pelo de amarillo tras el sexto de Lliso en 'Big Air'.
"Mi objetivo es ganar una medalla en estos Juegos y daré lo mejor que pueda", explica Magnin (21 años), nacido en Friburgo de padre suizo y madre española (que falleció cuando Thibault tenía 8 años). En los montes suizos desarrolló su pasión por la nieve, especialmente por el esquí acrobático, pese a que el mudarse de niño (12 años) con su familia a Mallorca le dificultó bastante seguir esquiando. Una beca de estudios en Estados Unidos cambió el horizonte. El segundo más benjamín de la delegación española (tras el esquiador de fondo Jaume Pueyo que se quedó a 1.32 de meterse en cuartos de final de la modalidad de esprint en Pekín) también es modelo... aunque el esquí acrobático es su primera opción actualmente: "Firmé con unas agencias de modelos en Barcelona, pero ahora mismo la prioridad es el esquí".
Lliso y Magnin han llegado sin hacer ruido, pero quizá el miércoles sea estruendoso. Si alcanzan la final, los suizos Raggetli y Boesch, los norteamericanos Stevenson y Forehand, y el noruego Ruud se presentan como los rivales a mover de alguno de los peldaños del podio.