JUEGOS OLÍMPICOS | NATACIÓN ARTÍSTICA
Siete oros para la reina Romashina
La estrella de la natación artística rusa sumó el oro en la prueba de equipos y alcanza la cifra de siete desde Pekín 2008. No ha perdido una prueba. España, séptima.
Después de los oros de Katie Ledecky, Emma McKeon o Caeleb Dressel, la piscina de Tatsumi, en la parte sur de Tokio, vivió otra jornada histórica. Un tributo a una nadadora colosal, la mejor de siempre en cuanto a medallas, símbolo de la sincro rusa. Svetlana Romashina se adjudicó con el ROC (Comité Olímpico Ruso) la medalla de oro en la rutina de equipos (196.0979). Eso supone su séptimo metal dorado en cuatro participaciones.
Romashina, que empezó a practicar este deporte con cinco, quien confesó en AS en una entrevista durante el confinamiento que nadie la reconoce por la calle por mucho que Rusia sea el país con más éxito, debutó en Pekín 2008. Fue su momento más especial, con apenas 18 años, cuando se colgó el primer oro en equipos con las que eran sus referentes. En Londres 2012 ya pasó a formar parte del dúo y conquistó dos oros más, como en Río y ahora en Tokio.
La primera jornada, lloró en el podio. Aunque no lo ha confirmado oficialmente, estos pueden ser los últimos Juegos de Romashina, que tiene otros planes en su vida. Uno de ellos, quizás un sueño, es competir en la modalidad de vela, ya que es una apasionada de la navegación. “Es un hobby, ¿pero por qué no competir algún día en unos Juegos?”. Todo lo que se proponga puede ser una realidad para una nadadora que se retira sin perder una competición, ni en solo, dúo o equipo, ejemplo del poder incuestionable ruso.
Por eso mismo, su peor recuerdo es una derrota en 2006, con apenas 16 años, en la Copa del Mundo FINA en Moscú, precisamente. Desde entonces, no ha vuelto a probar cómo sabe la derrota. La final de equipo contó con un podio formado por China (195.5310) y Ucrania (190.3018), mientras que finalmente España acabó en la séptima posición (181.9113). Aunque tampoco lo ha confirmado, esta última coreografía pudo ser la última de Ona Carbonell. Una tarde de despedidas en Tokio con las dos grandes divas de la sincro de la última década.