Romashina: "Espero que Ona vuelva, la sincro la necesita"
El icono ruso de la sincro explica en AS el secreto de las reinas de este deporte y valora el gran equipo español que las exigió hace una década.
Svetlana Romashina (Moscú, 30 años) es la gran estrella de la sincronizada. Ha ganado cinco oros olímpicos, 22 mundiales y 10 europeos. Nunca ha perdido y en Tokio, donde aspira a dos triunfos más, puede ponerse a dos de los nueve de la gimnasta Larisa Latynina, la mujer con más medallas en unos Juegos (18 podios olímpicos en total). Ona Carbonell, una de sus grandes rivales, es ahora la nadadora de artística con más medallas mundiales (23). Ha parado para ser madre. Algo que hizo la rusa después de Río 2016. Romashina atiende a AS por vía telemática.
Usted está pasando a la historia de la sincro. ¿Cómo se encontró con este deporte?
Todo comenzó de manera casual. Con seis años, mis padres me llevaron a una piscina infantil para que pudiera aprender a nadar. Luego, me derivaron a otra instalación con dos piscinas más profundas. Una era para nadar, otra para hacer sincro. Terminé en la segunda. En ese momento, ni mis padres ni yo esperábamos estos resultados, ellos solo querían que aprendiera a defenderme en el agua.
¿Usted es un icono en Rusia?
Aunque no lo parezca, la natación sincronizada no es un deporte popular en Rusia. Nadie nos reconoce por las calles. Primero, porque nuestras competiciones se emiten en televisión solo una vez al año. Luego, porque en ellas estamos constantemente con el maquillaje y peinadas; y por supuesto no somos iguales. Y lo tercero, y lo más importante, es que no todos aceptan la natación sincronizada como un deporte, un deporte duro, lo que ¡realmente es!
¿Cómo es esa dureza en el país rey de la sincro?
Si quieres alcanzar buenos resultados en sincronizada es mejor comenzar cuando tienes cinco años. Si tienes siete u ocho ya es tarde. Pero, por supuesto, puedes intentarlo, ¡puedes ser súper talentosa! Tenemos diferentes clubes a nivel regional, así que lo mejor es escoger un entrenador que te guste. Cuando una niña llega a los 13 años, puede ser seleccionada en el equipo juvenil ruso. La selección se lleva a cabo en tres etapas: las figuras, la natación y el gimnasio. Las chicas de 15 años van al equipo júnior y tienen que pasar también tres etapas.
Una vez llegan a la absoluta, ¿entrenan más que el resto de países?
Siempre tenemos dos entrenamientos de entre ocho y diez horas. Para Tokio 2020, por las mañanas trabajamos duetos, y por la noche rutinas de equipo. En la mañana estamos entrenando desde las 8:00 hasta las 12:30 y después de eso vamos al gimnasio por una hora o más. Luego almorzamos y recuperamos. La segunda práctica comienza a las 17.30 o 18:00 y termina sobre las 23:00.
¿En quién se inspiró?
Nunca tuve atletas favoritas. Siempre quise coger lo mejor de diferentes compañeras. Y tuve suerte de que ya desde joven tuve la oportunidad de ver cómo trabajan Maria Kiseleva y Olga Brusnikina, y en ese momento otras estrellas en crecimiento como Anastasia Ermakova y Anastasia Davydova.
Durante su carrera, usted lidió con el equipo español de Anna Tarrés, Gemma Mengual, Andrea Fuentes u Ona Carbonell. ¿Qué recuerda de aquel equipo?
Era un equipo español muy fuerte. Me gustó competir con ellas. Siempre nos apretaron y la fuerza de sus rutinas era interesante. Recuerdo el dúo en los Juegos de Londres 2012 con mucho cariño nadando con Natalia Ischenko, y luego el 'Tango' de Ona y Andrea Fuentes. España siempre ideó programas interesantes y creo que ese equipo fue memorable.
¿Y qué ha supuesto Ona para la sincro?
Creo que Ona es una gran nadadora. Ella es una líder. Recientemente, tuvo un poco de mala suerte porque España bajó el nivel, sus compañeras necesitan acercarse al suyo. Realmente espero que después de dar a luz, vuelva. Porque la natación sincronizada necesita estrellas como Ona.
Usted suma cinco medallas olímpicas y 22 mundiales. ¿Aspira a ser la mejor de siempre en medallas?
Mis dos compañeras también tienen cinco medallas de oro olímpicas (Natalya Ishchenko y Anastasia Davydova), y ahora tengo la oportunidad de ganar dos más, pero esto no significa que quiera superar sus resultados, porque los respeto locamente. Durante el proceso de entrenamiento, nunca pienso en las medallas, las recuerdo solo cuando los periodistas lo comentan. Los Juegos de Tokio son un desafío para mí que he aceptado. No sé lo que sucederá luego. Dios dispone.
¿Y qué hace en el poco tiempo libre que tiene?
Cuando estoy de vacaciones, me encanta navegar. Ciertamente no a un nivel profesional, es solo un hobby. Pero incluso tuve pensamientos que hacer después de la natación sincronizada. Y tal vez sea intentar ir a unos Juegos en navegación (vela).
Recientemente, ustedes hicieron un evento internacional con nadadoras de más de 20 países. ¿Sois como una familia?
Cuando Andrea me invitó, acepté participar. Era el primer entrenamiento mundial. No puedo decir que todas somos muy amigas, porque durante la competición, somos rivales, pero gracias a tales eventos, obviamente, nos aproximamos. Y puedo decir que estoy esperando para que cada participante visite Moscú.
¿La cara y la cruz de su carrera?
El peor día fue cuando perdimos la rutina combinada en el Trofeo FINA en 2006. Y además, fue en Moscú. Desde el principio, desde el primer ascensor, todo salió mal. Por qué sucedió esto, todavía no puedo responder esta pregunta. Y el mejor día fue ganar mis primeros Juegos Olímpicos en 2008. Era muy joven.