"No veía, pensé que mi ojo se había caído al agua..."
Hector Pardoe, nadador británico de aguas abiertas, tuvo que abandonar la competición en los Juegos de Tokio al recibir un codazo involuntario de un rival.
La carrera de 10 kilómetros de aguas abierta de los Juegos, disputada en el Odaiba Marine Park en la bahía de Tokio, fueron una carrera mucho más dura de lo habitual. Arrancaron a las 6:30 de la mañana hora local con un sol cegador apuntando a la ciudad y con el agua muy caliente. Alcanzó temperaturas de 32 grados (lo habitual son 22), lo que provocó que los nadadores necesitasen mayor hidratación (el español Alberto Martínez, 18º tuvo que ser atendido por los servicios médico al terminar por ese motivo). Ese contexto provocó que algunos nadadores subiesen el ritmo de inicio y eso provocase una mayor tensión en carrera.
Uno de los hombres a los que les tocó remontar fue al británico Hector Pardoe, quien fue ganando posiciones y en la última vuelta tuvo un percance importante. En las aguas abiertas los codazos, involuntarios, entre participantes son habituales. De hecho, hay jueces que los controlan (con dos amarillas se expulsa al nadador de la prueba). En uno de esos lances, Pardoe vio cómo su participación en Tokio se acababa.
"En mi última vuelta recibí un codazo y pensé que había perdido el ojo. Incluso perdí las gafas. Siempre tuve la esperanza de que si me ocurría eso podría seguir, pero ni tan siquiera pude recuperar las gafas. No veía, pensé que mi ojo se había caído al agua. Me acerqué a los socorristas y les dije: 'Mi ojo, mi ojo. ¿Está bien' No me daban una después clara y entonces decidí salir del agua", reveló. Pese al susto inicial, el británico confirmó que está en perfecto estado: "Estoy bien. Solo me tuvieron que coser cuando llegué a la Villa porque sangraba por todas partes", añadió. Pandoe, además, ha querido compartir varias imágenes en sus redes sociales mostrando el resultado de su ojo dañado.