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JUEGOS OLÍMPICOS | AGUAS ABIERTAS

Wellbrock, el ‘monstruo’ de Odaiba

El alemán dio una exhibición en los 10 kilómetros aguas abiertas en la que Alberto Martínez acabó 18ª y tuvo que ser atendido por los servicios médicos.

Alberto Martínez.
Miguel Gutiérrez

Alberto Martínez salió del agua exhausto, en la posición decimoctava, después de 1:53.16 en el Marine Park de Odabia, en el Pacífico, con una temperatura del agua de 32 grados. No encontró tampoco respiro cuando salió a la superficie. El reloj apenas llegaba a las 8:30 pero el sol derretía y la humendad calaba en los huesos. El nadador murciano, que nunca abandona una carrera, caminó a paso lento la distancia que le separaba de su entrenador, Fred Vergnoux, que fue a su búsqueda. Ambos se fundieron en un abrazo de dos minutos mientras el resto de nadadores iban desfilando.

El español no pudo ni acudir a zona mixta. Rápidamente, fue atendido por los servicios médicos. “Sufrió una bajada de todo, del calor, la ansiedad...”, comentan desde la Real Federación Española de Natación. El extraordinario nadador murciano había finalizado en el top ten en el pasado Mundial de 2019 y había preparado la competición a conciencia, cada detalle estudiado, pero la final de los Juegos fue una escabechina. El alemán Florian Wellbrock, nadador de 800 y 1.500 en piscina, dio una exhibición.

Florian Wellbrock.
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Florian Wellbrock.OLI SCARFF

Lideró siempre la prueba: 10 kilómetros en la cabeza

Bien lo podrían apodar el monstruo de Odaiba. Nada más empezar la prueba, Wellbrock se puso en cabeza junto al húngaro Kristov Rasovszky y el francés Marc Antoine Olivier. Grandes nombres de unas aguas abiertas salvajes. Por detrás, el italiano y campeón olímpico de 1.500 en Río 2016 Gregorio Paltrinieri, también medallista en Tokio. Todos ellos le metieron un ritmo alto a la carrera que provocó que nunca hubiera un pelotón. Alberto Martínez flirteó entre las posiciones 14 y 18, y se quedó en zona de nadie con un grupo de seis nadadores.

Wellbrock siguió en cabeza. A veces a menos distancia, a veces escapándose, viendo como por detrás el italiano, el húngaro, el francés y hasta el israelí Matan Roditi se intercambiaban las posiciones. Nadie pudo con el alemán, ni en los avituallamientos ni en el sprint final. Lejos de pagar el cansancio, Wellbrock metió pies y avanzó hacia el oro. Les sacó un largo de piscina a sus perseguidores. Su exhibición era memorable, fuera de golpes, de trifulcas, de estrategias... La suya era nadar más rápido desde el comienzo (1:48.33).

Segundo llegó el húngaro, a 25 segundos de distancia, y tercero el italiano, que sigue sumando medallas olímpicas después de haber padecido una mononucleosis recientemente y haberse recuperado en tiempo récord. Paltrinieri llegó a 27 segundos y se va de Tokio con una plata y un bronce. Wellbrock, con este oro y un bronce. Alberto Martínez, con un puesto que no esperaba y apesadumbrado, pero a sus 23 años tiene que dar mucha guerra en futuras competiciones de aguas abiertas.