Milak: la historia de un oro sin récord por unos pantalones
El húngaro, que en septiembre pasó la COVID-19, ganó el 200 mariposa y nadó con el pantalón roto: "Eso me descentró, pero no estoy decepcionado".
"Perdí tanta energía y fuerza en colocar el pantalón que no he podido lograr el récord mundial. Me descentré. Se me rompió en la cámara de salida. Pero no estoy decepcionado. Ahora quiere ya el siguiente oro, y el otro. Tengo los 100 mariposa, ojalá pueda repetir", manifestó Kristof Milak justo después de proclamarse campeón olímpico de los 200 mariposa con el récord olímpico (1:51.25) y a solo cinco décimas del récord mundial que el mismo posee (1:50.73). Serio, inconformista y ambicioso, su rostro cambió ya en el podio, después de meditar y aceptar que ya es campeón olímpico.
El nadador húngaro, nacido para los 200 mariposa, compartió podio con el japonés Tomoru Honda (1:53.73) y el italiano Federico Burdisso (1:54.45), a más de dos y tres segundos de diferencia en una carrera de 200. Un mundo. Aún le quedan los 100 mariposa donde desafiará a Caeleb Dressel. Palabras mayores, pero nada se pone en medio de un nadador único que empezó a nadar mariposa de casualidad.
Selmeci, el talento que descubrió por intuición
A Attila Selmeci aún le brillan los ojos y se le despierta la sonrisa cuando recuerda aquella tarde. En Kristof Milak no se intuía a un hombre capaz de arrebatarle el récord mundial de los 200 mariposa a Michael Phelps; de hecho, con 14 años, era un chico convencional. “No era diferente. No era mejor que nadie. Era normal, con un cuerpo común, delgado, sin una especial técnica…”, resalta su entrenador, una eminencia en el país magiar desde que en los 90 entrenase en el club Spartacus de Budapest a nadadoras como Krisztina Egerszegi, ganadora de siete medallas olímpicas entre Seúl 88 y Barcelona 92 (cinco oros) y toda una referente.
Milak no tiene antecedentes acuáticos en la familia. Con seis años, sus padres le apuntaron a hacer cursillos de natación en Edr, una pequeña localidad al norte del país. Tenía apenas 15 cuando su nombre resonó como un estruendo. A esa edad, logró clasificarse para la final del Nacional juvenil ante nadadores mayores que él. “Se metió por la calle 8. Ya era un premio. Estábamos contentos. Pero ganó. Yo no lo podía creer”, recuerda su entrenador, forjado de adolescente en la cultura del baloncesto. “Ese año decidimos doblar sesiones y él empezó a motivarse. Los entrenamientos eran más intensos, él estaba feliz, se convirtió en un luchador cada vez que se lanzaba a una piscina”, asegura.
En toda historia exitosa siempre hay un momento cumbre, en ocasiones fruto de la casualidad o de tomar la decisión adecuada en el momento idóneo. Y ese momento le llegó a Milak al año siguiente, en 2016, cuando se colgó tres medallas en el Europeo júnior y fue capaz de nadar los 200 mariposa en 1:56. “Él era un espaldista, pero decidimos probar la mariposa. Cuando ganó en el Nacional, pensé que este chico podría ser muy bueno en esta especialidad. Empezamos a trabajar la mariposa... Y un año después se apuntó el Europeo”, apunta Selmeci, que desde ese momento le metió en la cabeza la idea de perfeccionar este estilo.
Han transcurrido ya cinco años desde aquella tarde y Milak posee el récord mundial de (1:50.73) tras pulverizar los 1:51.51 de Michael Phelps en el Mundial de 2019. Además, ha conseguido el oro europeo, el oro mundial y la plata también en los 100 mariposa, por detrás del fenómeno estadoundiense Caeleb Dressel. Y logra el oro olímpico y el premio de 135.000 euros y una pensión mensual y vitalicia a partir de los 35 años de unos 700 euros al mes que le otorga su país. “Tenemos que focalizarnos en la medalla y no en el récord. Sería un error”, decía Selmeci. Pero Milak era capaz de todo.
De la dura COVID-19 a la amenaza de Dressel
Milak no ha podido disfrutar de una preparación idónea. El nadador contrajo la enfermedad en septiembre. Y no fue asintomática. “Estuvo con fiebre y con problemas musculares. Pasó una semana en la cama y luego, debido a las estrictas normativas, tuvo que estar otras tres semanas sin poder prepararse en la piscina”, comenta Selmeci. La muerte en el comienzo de la pandemia del luchador Bendeguz Toth (22 años), después de superar la COVID-19, alteró los protocolos con los deportistas olímpicos y los hizo más férreos: estaban obligados a parar un mes su actividad física por precaución.
Pese a ello, Selmeci consideró que “había tiempo suficiente” para preparar los 200 mariposa si no surgen más “inconvenientes”. Milak, un nadador introvertido, tiene aún margen de mejora en una prueba en la que destaca por sus “extraordinarios últimos 50 metros”. Durante estos años ha ido puliendo su estilo y Selmeci ha tenido que domar un tiburón, como se percibió en la final del Europeo de Glasgow de 2018, cuando Milak ganó el oro después de unos primeros 150 metros estratosféricos, nadando hasta dos segundos por debajo del récord de Phelps, pero con un final de carrera esperpéntico: apenas le llegaban las fuerzas para tocar la pared.
"Creo que Dressel no ganaría a Milak nunca en un 200. El estadounidense es un sprinter, un killer de la velocidad, pero un 200 es diferente. Los segundos 100 son lo importante. No estoy en los entrenamientos de Dressel, no sé si se atreverá en el futuro, pero si que sé que es un nadador trabajador, que hace muchos metros... Y eso es una ventaja. También tengo claro que en unos 100 mariposa Milak no ganaría a Dressel", remarcó Selmeci. En unos días se saldrá de dudas en el Centro Acuático de Tokio.