Emmanuel Reyes Pla, 'El profeta' llegado desde Cuba
El peso pesado (28 años) debuta el martes (18:51). "El peligro soy yo", avisa. Al salir de su país, estuvo cuatro meses escondido en Moscú y pasó por centros de refugiados.
Emmanuel Reyes Pla está en Tokio "preparado para la guerra". Suena duro, pero lo dice con voz dulce, con deje cubano, porque nació en La Habana hace 28 años. Un peso pesado (91 kg) llegado de la diáspora de la isla que debutará hoy martes a las 18:51 (11:51 en la Península) frente al kazajo Vassiliy Levit.
Reyes Pla, producto de la inagotable escuela caribeña, se encontró con el tapón de Eryslandy Savón (bronce en Río), con quien perdió en el Nacional, y decidió abandonar Cuba hacia otro país que apostase por él. Con familia en A Coruña, intentó dar el salto a Europa.
Sólo tenía la opción de volar a Rusia, país amigo. De allí pasó a Bielorrusia con la ayuda de su tío. Sin visado hacia España, volvió a Moscú donde estuvo cuatro meses escondido en un piso. "Tenía miedo a ser detenido y que me soltaran en medio de la estepa", cuenta. Su odisea no acabó ahí. En Austria pidió asilo y vivió dos meses en un centro de refugiados. Su siguiente destino, Alemania. Pero al intentar cruzar a Francia fue frenado en la frontera y volvió a otro centro. Desesperado, por fin logró volar hasta Barcelona y de allí a A Coruña con los suyos.
Reyes Pla contactó en España con el seleccionador, Rafa Lozano, y este le abrió las puertas. "Apostaron por mí y se lo devolveré. No soy deportista olímpico por dinero, sino por la gloria de ser campeón", avisa. En enero del año pasado, el Gobierno le concedió la nacionalidad por carta de naturaleza. En el Preolímpico de París, en junio, sólo perdió ante el campeón mundial, el ruso Muslim Gadzhimagomedov.
"Todo el mundo tiene un camino duro en la vida. Ahora sé que todo lo que pasé no fue en vano. Voy a por el oro", avisa en Tokio 'El Profeta', como le apodan, desde sus 1,95 metros. Tiene en la mirada la determinación de quien ha dejado atrás el infierno. Cuando se le pregunta por sus cruces, sonríe: "El peligro soy yo".