Un golpe del que será difícil levantarse
A ver cómo se levanta la Real Sociedad de ésta. Porque es muy gorda. El partido más importante de la historia de Anoeta se convirtió en uno de los episodios más tristes que se han vivido en nuestro estadio. De esos que tardas tiempo en olvidar, o mejor dicho, de los que se recuerdan para toda la vida. ¿Te acuerdas de aquella vez en la que el Mallorca te dejó sin final de Copa cuando tenías todo tu a favor, porque jugabas la vuelta en casa tras haber empatado en la ida, fallas un penalti en el descuento de la primera parte para adelantarte en el marcado, te marcan ellos y cuando empatas, fallas ocasiones que hasta te saca su defensa bajo los palos? Sí, ese que se ha convertido por derecho propio en uno de los golpes más duros que ha recibido el equipo donostiarra en su estadio. Ese en el que parece mentira que no le hayas ganado al Mallorca, después de generar tantas y tantas ocasiones. Pero esta película ya la había visto esta temporada. Demasiadas veces.
No es que la eliminación copera contra el Real Mallorca fuera dura, es que directamente es imposible de digerir. Pero tiene una explicación muy clara: fue la demostración definitiva de que el equipo de Imanol Alguacil se ha quedado sin gol en el momento más decisivo de la temporada. Y sin gol, ya puedes hacer muchas cosas bien (como las hacen los txuri-urdin en casi todas las fases de los partidos), que nunca vas a tener premio. Eso le ha pasado la Real Sociedad, incapaz de aprovechar todas las ventajas que parecía otorgarle el caprichoso destino en esta eliminatoria. Jugarte la final en la vuelta con tu gente con 0-0 en la ida… ¿quien no hubiera formado eso antes del sorteo? Se podrá hablar de un problema de juego, de que físicamente la Real parecía agotada o de que faltaban ideas en ataque. Pero al final solo se resume en eso. Al menos en este caso. El problema está tan claro que no merece la pena darle más vueltas. La falta de gol ha condenado al equipo txuri-urdin y corre el riesgo de que acabe con todas las ilusiones que quedan en lo que resta de temporada. Sus delanteros serán muy buenos y tendrán mucho caché, pero con la camiseta blanquiazul no meten un gol ni al arco iris.
Y eso nos lleva a la pregunta inicial. ¿Cómo le afectará a la Real Sociedad este mazazo de dimensiones épicas? Porque es un golpe del que no parece fácil levantarse. Un golpe que puede afectar, incluso, a la confianza en el trabajo desempeñado en este proyecto hasta el momento. Y ese es el riesgo y el reto al mismo tiempo. Que la eliminación contra el Mallorca en semifinales se quede ahí, en una depresión del momento y no en una depresión continuada que ponga en riesgo la sostenibilidad de este proyecto que nos ha traído hasta aquí y que tantas alegrías nos ha dado. Porque lo ocurrido en el Reale Arena es de lo que resquebraja confianzas y hojas de ruta, de lo que hace variar de manera peligrosa los rumbos de los proyectos.
Ahora, precisamente cuando vienen curvas pronunciadas, es el momento de demostrar hasta qué punto ha madurado esta Real y lo maduro que está su proyecto. Saber entender que el duelo hay que pasarlo, pero que al día siguiente hay que levantarse para seguir trabajando, porque delante hay todavía mucho en juego. De nada sirven las lamentaciones. Hay que hacer una necesaria autocrítica, porque solo así se crece, y si estas fuera de la final es porque unas cuantas cosas no se hicieron bien contra el Mallorca. Más allá del dichoso asunto de la sequía goleadora que tanto nos martiriza. No hay más. Pero hasta ahí.
Ahora toca mirar hacia adelante, con la misma decisión que si te hubieras clasificado para la final. Aunque qué queréis que os siga la verdad, solo se me ocurre una cosa que mitigaría el dolor de quedarnos sin final de Copa, la final deseada y prometida con público en La Cartuja… y es lograr la proeza de remontar al PSG en la Champions. Ese debe ser el foco. Y nada de lamentaciones. Aunque permitidme decir que el fútbol esta vez ha sido muy injusto con Mikel Oyarzabal. Que sea el único que falló en la tanda de penaltis es tremendamente cruel, porque es el alma de esta Real, y llegaba tras hacer un esfuerzo ímprobo para jugar la semifinal. Desde ahora, el futbol tiene una deuda con el capitán. Ojalá se la cobre cuanto antes.