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España da la talla esté quien esté

Vi el partido en la redacción. Lo hice con la facilidad que da el zapeo para viajar de canal en canal, de Pamplona a Varsovia, una conexión impensable para cualquier compañía aérea. Pero el interés por el Shakhtar-Real Madrid me duró poco. De inmediato me di cuenta de que el fútbol del España-Estados Unidos femenino era infinitamente más real que el que se jugaba en Polonia. Aunque fuera un amistoso. Es lo que sucede cuando uno tiene un Clásico a la vuelta de la esquina: que sin querer, las piernas se olvidan de lo que es el balón.

España jugaba contra Rapinoe y compañía, pero lo hacía a su vez contra la historia (esa que decía que nunca habíamos ganado a un grande) y contra el runrún extradeportivo que ha alimentado mil y una tertulias desde que quince jugadoras renunciaran a ser convocadas por la Selección para los amistosos ante Suecia y EE UU. Fue una victoria coral, un recital de todas y cada una de las internacionales. Viendo la seguridad defensiva de Laia Codina, que marcó además el gol que abrió la victoria, el descarado pulso de Oihane con Rapinoe en la banda derecha o el talento de Olga Carmona para generar juego en la izquierda, me olvidé de las jugadoras que faltaban. Estoy seguro de que ellas, las quince ausentes, disfrutaron como las que más. Y que durante el partido tuvieron que morderse las uñas para evitar tuitear lo que verdaderamente sentían. Que eran felices. A Estados Unidos no la gana cualquiera.