Otro equipo, otra categoría, el mismo plan
El duelo con el Villarreal B señaló que Romo apuesta por la continuidad respecto al equipo del Racing que ascendió la pasada temporada
Parece razonable que un entrenador que ha logrado el ascenso de la manera incontestable en la que lo ganó Guillermo Fernández Romo la pasada temporada crea que lo mejor es seguir el mismo camino. El problema es saber si el mismo plan sirve cuando los rivales son mejores que los del curso pasado y tu equipo, en cambio, es peor. Lo de mejor o peor, obviamente, es opinable, pero empieza a dar la sensación de que al míster, que después de once fichajes utiliza solo a cuatro de titulares y que no tiene a sus órdenes a Pablo Torre y a Soko, probablemente los futbolistas más diferenciales a la hora de generar volumen de juego en el área rival, se lo puede parecer. A mí, desde luego. En Primera RFEF hacías un planteamiento similar al de ayer, que pasen pocas cosas, que no nos creen ocasiones y paciencia, que ya tendremos la nuestra, te valía porque en el 89′ el de Soto de la Marina se sacaba un conejo de la chistera y Cedric la embocaba con un gran remate. Así fue el arranque de hace justo un año. Ahora los centrales son más fuertes, los laterales más rápidos y los porteros mejores. Y no tienes a Pablo. A lo mejor, hay que asumir más riesgos para ir a por los partidos. Dicho esto, el Racing no mereció perder en absoluto.
Empiezan como terminaron
Muchos teníamos dudas porque el verano de Íñigo había sido mediocre. Gris. Como tristón. Frente a su habitual despliegue y la facilidad con la que ganaba duelos en Primera RFEF, parecía menos intenso, menos físico, pero fue una falsa alarma. El domingo Íñigo siguió siendo aquel, como Raphael. Fausto Tienza, que ha cumplido bien en pretemporada, también brilló contra los amarillos. Los cuatro últimos meses de ambos fueron una barbaridad y en el estreno en LaLiga Smartbank siguieron igual. Salvo que nos engañe el nivel de los centrocampistas del Villarreal, que parecieron flojitos, un problema menos. Ahora, Íñigo y Tienza necesitan laterales que desborden por fuera o talentosos por delante que conviertan en peligro los balones que ellos se matan para robar. Si ellos fueran capaces de hacer lo que hacen y, además, dar dos asistencias por partido, Laporta tiraría de la quinta palanca para llevárseles al Camp Nou.