¡Sigan a los buenos!
El Racing no logró desequilibrar el marcador hasta que en el 87' contactaron Pablo Torre y Cedric para anotar un gran gol. El Tudelano fue todo orden y trabajo.
¡Síganme los buenos! Ese era el toque a rebato del Chapulín Colorado. En el fútbol de hoy en día lo mejor es gritar lo contrario: ¡Sigan a los buenos! Por eso se paga lo que se paga por los cracks y por eso lleva todo el verano el Racing demostrando que es un equipo diferente cuando su estrella está en el campo a cuando mira desde el banquillo. Hoy en El Sardinero, ya con tres puntos en juego, se vivió lo mismo que en Lezama o contra el Numancia. Orden, trabajo, compromiso y fútbol pastoso ante un rival, el Tudelano, igual de trabajador y disciplinado, que llevaba el duelo hacia el 0-0. Entró Pablo Torre, aun con esguince de tobillo, y todos supimos que podía pasar algo. Y pasó. Encontró a otro de los jugadores diferenciales, Cedric, y se juntaron un gran pase con un gran tiro para empezar la Primera RFEF ganando.
Y la verdad es que el partido empezó prometedor para el Racing, que en los primeros minutos monopolizó el balón, percutió por fuera con Soko y Camus repetidamente y encontró por dentro a Manu Justo con el gatillo fácil. A los 2' ya remató al palo un centro de Marco Camus desde la izquierda y tuvo otras dos ocasiones desde la forntal que remató de primeras, aunque no encontró portería. Eso, en el primer cuarto de hora. A partir de ese momento, el Tudelano hizo acto de presencia en el partido, igualó la posesión y mejoró la presión, lo que hizo que en los de Romo hubiera más pases hacia atrás que hacia adelante. De hecho, la única sensación de peligro se producía ya en las contras, una de Soko que no llegó a un pase profundo de Cedric, otra del nigeriano, que dudó entre tirar o pasar (y todavía no se sabe lo que hizo) y otra, ante la otra portería, de Samanés, que chutó con veneno desde la frontal.
Con el partido bastante parado, lo cierto es que la sensación en todo momento era que el Racing estaba más cerca de marcar que los de Javier Olaizola. Aunque no pisaran el área, a la grada llegaba la imagen de que los 22 protagonistas asumían que el Racing era mejor. El centro del campo elegido por Romo hizo exactamente lo que se podía esperar de él: Tienza dando solidez defensiva, Sergio Marcos ofreciéndose a sacar el balón desde atrás y Manu Justo filo ofensivo. Pero faltó fútbol combinativo por dentro, chispa, ruptura de líneas. El equipo local apareció sólido en la Primera RFEF, pero Pellegrino, el portero del Tudelano, se fue al descanso sin haber tocado el balón con las manos.
Y la segunda mitad no arrancó diferente. El Tudelano esperando una contra y el Racing, previsible, tardando un mundo en llevar el balón de un área a otra. Manu Justo, además, se fue apagando y a los dos extremos les empezaba a faltar explosividad en el uno contra uno. Un cabezazo de Soko en un córner y poco más hasta que a falta de media hora Romo no se aguantó más y le pidió a Pablo Torre, con esguince desde el sábado pasado, que saltara al campo por Manu Justo. No fue su mejor versión, pero ya empezó a aparecer por aquí y por allá y a Olaizola le empezó a apretar el cuello de la camisa. En el 83' tuvo Soko la más clara del partido, cruzando al tercer palo una volea que empalmó, solo, ganando la espalda de los defensas.
La acción definitiva tuvo bastante de trabajo colectivo, es cierto, empezando por la presión de Cedric en la salida del balón, la ayuda de los centrocampistas y de Bustos, pero la clave estuvo en un pase filtrado a la espalda de los centrales y Cedric, que se entiende de maravilla del de Soto de la Marina pudo relamerse ante la posibilidad de enchufar el remate especialidad de la casa, una banana con la izquierda, desde la frontal al hierro a la derecha del portero. Golazo. Tres puntos. Todos contentos, menos los del Tudelano, que se dejaron la piel para empatar y que veían con un punto en el autobús. No hubiera sido injusto, como tampoco lo fue la victoria local, que hizo más por ganar.