Roko y sus golazos
Cuentan que Martin Baturina es una de las grandes promesas del fútbol europeo. Volante ofensivo del Dinamo de Zagreb, de 20 años, se atreven a anunciarle como ‘el nuevo Modric’ y se asegura que hay varios equipos de la Premier dispuestos a tirar de chequera (que es lo que mejor hacen, junto a la venta de camisetas), empezando por el Arsenal. Será verdad. No lo discuto. Pero ahora, aquí, Martin no es más que el hermano pequeño de Roko Baturina. El héroe de El Sardinero, el tipo que se ha cascado dos golazos de ‘nueve’ de tronío para dar seis puntos de oro contra el Granada y el Ibiza. Llegó a la desesperada, por descarte, porque los primeros de la lista le dijeron a Martija “aparta de mí ese cáliz”, después de haber pasado a la suplencia en el Maribor de Eslovenia en lo que parecía su segunda cesión fracasada (no había jugado ni los partidillos de los jueves a su paso por Polonia con el Lech Poznan) desde el Ferencvaros húngaro, el dueño de su pase. De los cuatro goles que ha marcado, tres, Leganés, Granada e Ibiza han valido tres triunfos y el viernes, pese a que remató fatal dos balones que le pusieron a su zurda en la frontal, hizo un partidazo. La foto de Nacho Cubero, magnífica, explica mejor que mil palabras la conexión que ha logrado con La Gradona de los Malditos.
A veces salen bien, a veces salen mal
Los cambios. ¡Qué difícil es acertar! Hace apenas una semana todos señalabamos a José Alberto como uno de los grandes artífices de la victoria sobre el Granada por lo acertado, y valiente, que estuvo a la hora de conformar un once en el que faltaban cuatro titulares indiscutibles (hasta entonces), y por lo sabiamente que manejó los tiempos y los perfiles en los relevos que fue haciendo durante el partido. Me sumé a la marea de elogios. Contra el Ibiza no estuvo tan fino. Más allá de lo difícil que es llegar al motivo determinante para dar un volantazo bajo los palos. Ezkieta estuvo bien, sin alardes que no le exigieron, contra el Granada, pero Parera llevaba así año y medio y jugar con fuego en la portería, con la vida en juego, no es lo habitual. Pero el ovetense es valiente, de eso no hay duda, como lo demuestra dejar a Íñigo en el banquillo de saque y meter al campo a un futbolista que solo diez días antes había sufrido una rotura de fibras. Por mucho que la resonancia no detecte nada, José Alberto lleva tantos tiros pegados en esto del fútbol que debiera haber desconfiado. Él ha asumido toda la responsabilidad, así que a él se lo debemos achacar. Teniendo en cuenta que lo de Ezkieta salió muy bien, que lo de Aldasoro y Juergen en la sala de máquinas también y que en la lesión de Rubén Alves, además de exceso de osadía, hubo su punto de mala suerte, en lo que realmente no estuvo el asturiano tan fino como la semana anterior fue en los cambios del descanso. Era complicado, con dos ventanas ya gastadas por las lesiones sucesivas de Germán y Rubén Alves, pero sacar del campo a Mboula y a Peque para meter a Sangalli y a Íñigo (quitando el timón del juego a Juergen) fue un mal mensaje para su equipo, que entendió que ya solo tocaba resistir. Lo hizo y consiguió tres puntos de oro. Ahora, visto el primer tiempo creo que se podía haber ganado de otra manera. Pero se ganó, me dirán. Claro. Pero esto no consiste solo en leer el marcador al final del partido, el fútbol nos da para reflexionar, discutir y divertirnos toda la semana. Hasta cuando se gana.