Reinildo: “No salí de Mozambique hasta que perdí a mi madre, se lo debía todo; después pensé en mí”
El mozambiqueño atiende a AS en su primera pretemporada de rojiblanco. Desde su llegada en enero es fijo y una de las revelaciones. Su historia familiar es un ejemplo de superación.
Reinildo Mandava (21-1-1994, Beira, Mozambique) es la viva imagen de un luchador. El zaguero atiende a AS en el pico más alto de su carrera, convirtiéndose en el fichaje de invierno del Atlético con más minutos en la era Simeone. Sin embargo, su vida no ha sido fácil. De niño perdió a su padre, mentor futbolístico, y decidió que no dejaría sola a su madre. Rechazó ofertas hasta su fallecimiento, a punto de cumplir Reinildo los 22 años. Y en Europa no jugó en Primera hasta los 24. Pero, desde entonces, ha sido un huracán defensivo. En seis meses se ha ganado a la afición del Atlético, que le ha entendido como uno de los suyos. Sin embargo, el mozambiqueño huye de los focos. La humildad es su bandera. Reinildo es ‘coraje y corazón’.
¿Qué tal esta primera pretemporada en el Atlético? ¿Es tan duro como parece?
Sí, sí está siendo duro. Me encanta el entrenamiento como este, toca trabajar fuerte, es lo que tenemos que hacer. Es nuestro trabajo y seguiremos apretando.
¿Aprieta tanto el Profe Ortega?
Sí, me lo habían dicho y ahora lo veo. Pero será bueno para el equipo. Necesitaremos empezar muy bien la temporada, es muy importante.
¿Cambia la planificación que el Mundial sea en noviembre?
Sí, es verdad. Va a ser un periodo un poco difícil, porque vamos a quedarnos más de un mes sin jugar, pero bueno, vamos a prepararnos.
Llegó en enero y se convirtió en el fichaje de invierno más utilizado por Simeone…
Para mí, tengo que agradecer a todos, al entrenador, a los compañeros por la confianza que depositaron en mí para jugar. Yo vine para ser uno más y ayudar, soy una persona que voy a dar todo de mí siempre en el campo para aportar.
¿Y siente el cariño de la gente? Es de los más aclamados en Los Ángeles de San Rafael…
Sí, yo he venido para ayudar y ser uno más y a la gente le gusta eso. Siento ese cariño que tienen hacia mí y eso hace que Reinildo trabaje aún más para darle esa confianza al entrenador y los compañeros.
Desde su llegada al Atlético, el número de goles encajados prácticamente se redujo a la mitad. ¿Se puede hablar de ‘efecto Reinildo’?
No, no, no me gusta hablar de eso. Todos nosotros, todo el equipo ha estado más atento, más concentrado y más seguro, ayudando siempre un compañero a otro y eso es muy bueno. Yo siempre digo que cuando jugamos como un equipo, un bloque, es muy difícil que el rival nos haga gol. Estamos siempre preparados para marcar un gol y defendernos bien. Seguiremos trabajando así para mejorar.
¿Reinildo es más lateral o central?
Yo soy lateral, pero ahora he estado jugando de tercer central. Estoy para ayudar y si el entrenador confía en mí para esa posición, voy a estar ahí para ayudar al equipo. Quiero jugar, ayudar a mis compañeros y al equipo a conseguir los objetivos. Es lo importante.
¿Le costó adaptarse al cambio?
No, no tanto. Para mí no es un cambio muy difícil, yo continúo jugando por la izquierda. Es verdad que subo menos porque estoy de tercer central, pero no he cambiado muchas cosas. Me siento bien y estoy aquí para jugar…
¿Y le han dado las gracias Lodi y Carrasco por guardarles la espalda?
¡No! (risas). En realidad todos nos necesitamos para ayudarnos entre nosotros. Para atacar bien y para defender bien, es un juego colectivo, de equipo. Tenemos que ayudarnos para alcanzar nuestros objetivos.
El míster sí comentó que Lodi le había ayudado en su llegada, a pesar de que eran competencia directa…
Sí, sí. Es competencia, pero quien tiene que decidir quién juega es el entrenador. Lodi es mi amigo, es una persona fantástica, desde que llegué me ha ayudado al 100%. No importa que estemos en la misma posición. Todo lo que él quiere y cree para mí, yo lo quiero tres veces más para él. Es una persona fantástica, hablo de Lodi, de Yannick, Koke, de todos los demás… Estoy contento.
¿Qué tal los nuevos compañeros? Witsel, Lino…
Muy buenos. Tenemos una plantilla muy buena. Axel es muy buen jugador, Samuel también. Y veo que son personas que vienen para ayudar y crecer, es muy bueno para el grupo que venga gente así.
¿Cómo se fraguó su fichaje por el Atleti? Su agente, Manuel Tomás, contó en AS que en enero tenía múltiples ofertas…
Sí, por suerte tenía muchas ofertas de todo el mundo. Cuando me empezó a hablar del Atlético, yo sentí también que el club me quería y fue un sentimiento mutuo. Una cosa de los dos, yo quería, el Atleti quería. Yo dije que tenía que ser aquí. También me encantaba la posibilidad de poder trabajar con Simeone. Es un sueño para mí, yo lo veía en la tele y me gustaba mucho como entrenador.
Y en esa última semana del mercado, ¿sentía nervios por si se cerraba o no?
Sí, sí. Estaba muy nervioso. Yo quería que las cosas avanzaran y llegar en enero mejor que esperar a julio para estar aquí. Una de las mejores cosas que he hecho es hacer también una presión para poder venir en enero. Estoy muy feliz de estar en el Atlético.
La verdad es que cuando empezó a sonar su nombre, no era muy conocido por los aficionados. Tampoco a nivel personal. ¿Cómo y cuándo empezó a jugar al fútbol en Mozambique?
Yo empecé en Mozambique, en la ciudad de Beira. Soy un niño con familia futbolera. Mi padre y mi abuelo fueron grandes jugadores y entrenadores. Yo empecé con ocho o nueve años, jugaba en la calle en mi barrio con mis amigos. Un día le dije “papá, tienes que venir a verme, que juego muy bien” y él me contestó: “No, tú no juegas nada, no sabes”. Pero estaba bromeando, ese mismo día cuando fui a jugar, él se acercó para verme a escondidas, a comprobar si era verdad lo que le decía. Cuando volví a casa, me llamó justo antes de cenar y me dijo “si sigues así, tú vas a ser un gran jugador, pero hay que centrarse y si es lo que quieres, tienes que dedicarte al cien por cien”.
Y se lo tomó al pie de la letra.
Sí. Empecé a jugar por allí, en torneos de niños de 12, 13 años… Cuando tenía 15 empecé a jugar con un equipo profesional, el club Ferroviário da Beira. Comencé en Iniciados, luego pasé al Juvenil con 16 años y con 18 años empecé a jugar profesional. Cuando llevaba seis meses de profesional fui llamado por Mozambique. Fue cumplir un sueño. Era un niño que llevaba seis meses como profesional y ya estaba en la selección. A partir de entonces siempre he pensado en creer, en trabajar, en luchar y ahora estoy aquí. Pasé por Portugal, por el Benfica, fui a Fafe, a Covillã, a Belenenses y de ahí al Lille, y ahora al Atlético.
Nos cuenta que fue su padre quien le animó…
La primera persona que me dio el apoyo de que podía seguir haciendo esto fue mi padre.
Pero lo perdiste pronto. ¿Eso fue una motivación para luchar por ser futbolista?
Exactamente. Mi padre fue un gran jugador y un gran entrenador. Yo no creo que me lo dijera por decir. Podía ser para darme fuerza, pero cuando hablé con él sentí que lo comentaba porque era la verdad. Muchos chicos de mi ciudad me lo decían también. Con diez y once años, yo jugaba con chicos de 17 y 18. Y era normal, como si fuera uno más. Yo estudiaba, iba al colegio, pero luego me iba a entrenar. Y después ya me centré en el fútbol y tengo muy presentes sus palabras.
¿Y cómo fue el salto de Mozambique a Portugal?
Fue una cosa increíble. Fue increíble por dos razones, una mala y otra buena. Cuando empecé a jugar como profesional, con 18 años, muchos equipos de África vinieron para ficharme en Sudáfrica, Tanzania… Pero yo los rechazaba porque tenía aquí a mi madre, ya no estaba mi padre, y sentía que tenía que quedarme allí para poder ayudarla. Mi mamá era una persona que siempre estuvo ahí para mí, para mis hermanos y hacía de todo para conseguir cosas para nosotros. Cuando empecé a jugar y a ganar dinero, dije que no me iba, porque por primera vez podía ayudar a mi madre y seguí en Mozambique. Se lo debía todo. Pero el 12 de noviembre de 2015 perdí también a mi madre y entonces decidí que tenía que empezar a pensar en mí y hacer mi vida. Si no, si me quedo en Mozambique, me estoy cerrando las puertas de una oportunidad que no aparece cuatro o cinco veces, igual una o dos como mucho.
Y esa oportunidad llegó.
Apareció un club de la capital, el Liga Desportiva de Maputo, que me hizo un contrato de tres años. Acepté y, a los 15 días, me avisan de que el 25 de diciembre teníamos que viajar a Portugal, porque el Benfica quería ficharme para cinco años. Así que no llegué a vestir la camiseta del equipo de Maputo.
¿Y cómo fue la llegada al Benfica?
Yo era aún menudo y en Lisboa tuve que hacer trabajo de gimnasio y de sobrealimentación para ganar masa muscular. En los primeros seis meses solo fui convocado a dos partidos con el filial y no llegué ni a jugar. Al año siguiente, hice la pretemporada con el primer equipo, fuimos a Inglaterra, a Alemania, un torneo en el Algarve… y sí jugué. Y en el primer partido de Liga con el filial también jugué, empatamos, pero en el siguiente entrenamiento me rompí y tuve una lesión de cinco meses.
Qué frustrante.
Sí. Por eso después tomé la decisión de hablar con el presidente y le dije que necesitaba jugar, porque la gente escuchaba aquí que Reinildo estaba en el Benfica, pero la realidad es que no estaba participando. Le cometé que creía en mí y ese no era Reinildo, porque yo podía estar más arriba. Le hablé de que iba a buscar un equipo de Segunda para jugar y que puedan ver quién es Reinildo.
Y se marchó.
Me fui cedido en enero a Fafe, un equipo cerca de Guimaraes, y en cinco meses participé en 14 partidos e hice tres goles. Como tenía contrato con el Benfica, llegó el presidente del Sporting de Covillã diciendo que me querían allí, que necesitaban a Reinildo. En el momento me quedé un poco enfadado, porque yo tenía a muchos equipos de Primera que me querían, pero dependía del Benfica porque era mi club, era quien me pagaba. Acabé aceptando y fui a Covillã (17-18), en Segunda. Al año siguiente me marché a Belenenses, por fin en Primera, pero a los seis meses llegó el Lille y me fichó con una cesión con opción de compra. En Francia estuve tres años, fuimos campeones de Liga, salí elegido mejor lateral izquierdo de la competición y apareció la oferta del Atlético, además de otras siete u ocho… Pero le dije a mi agente que yo quería el Atlético, no quería otra cosa. Y aquí estamos.
En Mozambique es un ídolo…
Sí, ahora soy un referente para muchos niños y también para muchos adultos.
¿Y vuelve a menudo a su país?
Sí, sí, he estado en estas vacaciones, por ejemplo.
El año pasado vimos unas imágenes de un buen susto. ¿Qué ocurrió?
Fue un buen susto, sí. Yo viajaba con mi mujer y unos amigos. Íbamos a una boda y era un trayecto largo, primero en avión, luego tres o cuatro horas de coche… Yo iba conduciendo, pasamos por un pueblo muy pequeño y, de repente, sonó un estruendo atrás. En el momento pensé que había sido una piedra, pero cuando miré vi que algo había entrado por el cristal de un lado haciendo un agujero y había salido por el del otro. Nadie puede lanzar una piedra con tanta fuerza. Aceleré y aceleré hasta que llegamos a un puesto policial… Nos dijeron que había sido un tiro de una bala. Fue un gran susto.