REAL SOCIEDAD

Otro tropiezo con el mismo guión

A la Real le tocó remar de nuevo a contracorriente, y sigue sin ganar tras cuatro jornadas.

Ander Barrenetxea fue el jugador más destacado de la Real Sociedad.
Marta Gonzalo
Nacida en San Sebastián en 1978. Dio sus primeros pasos en el Diario Vasco, y después ha trabajado en La Gaceta de Salamanca, la revista Pronto, Mundo Deportivo y El Desmarque, como delegada en Gipuzkoa. En 2013 creó un boletín de noticias mensual para la Asociación de Españoles en Chequia. En mayo de 2025 entró en el Diario AS en Gipuzkoa.
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Lo que vimos en Anoeta fue la radiografía de una Real Sociedad que aún no ha encontrado su identidad en esta temporada. Más allá del resultado, lo preocupante es la constante. El homenaje a Toshack nos recordó momentos de gloria del club, pero el equipo, con los nervios a flor de piel, parecía ajeno a ese espíritu. No es solo que se empiece perdiendo; es la falta de solidez inicial, la sensación de que, en cuanto el rival aprieta, el castillo de naipes se tambalea. El fallo de Goti, comprensible en un debutante, fue solo un síntoma de un problema más profundo: el equipo no sale con la concentración necesaria para competir desde el primer minuto, lo que nos obliga a remar a contracorriente en cada partido.

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La segunda mitad, sin embargo, nos dejó la imagen de lo que podría ser la Real. Es la versión que todos queremos ver, la de un equipo valiente que se echa hacia adelante. El partido de Barrenetxea fue un faro en la oscuridad, un recordatorio de que el talento está ahí. Su capacidad para desequilibrar y forzar el penalti fue la chispa que encendió la esperanza en una afición que se agarró a ese momento. Sin embargo, no basta con chispazos. La dependencia de remontar cada jornada es insostenible. Se hace evidente la necesidad de más poder en el centro del campo y, sobre todo, de la presencia de un delantero centro que pueda convertir en gol el trabajo del equipo. La Real tiene talento, pero sin las piezas que le den equilibrio y pegada, los esfuerzos se quedan en un ‘casi’, en un ‘pudo ser’. Y la afición, a pesar de su incondicionalidad, se marcha una vez más de vacío.

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