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Las palancas de Laporta

Todo se mueve por expectativas y, por tanto, siempre hay que inflarlas”, escribió Irvine Welsh y si existe algún negocio en el que esta idea ha crecido hasta convertirse en ley ese es el fútbol. Pienso en ello mientras leo sobre la última asamblea de supervivencia del Barcelona. Todo lo que allí se dijo se podría resumir perfectamente en apenas dos intervenciones. De un lado el presidente Joan Laporta, afirmando que el Barcelona era un fórmula 1 gripado que ahora podrá competir contra los mejores gracias a la activación de las famosas palancas. Del otro la del socio 978, Josep Maria Minguella, que pese a dar el visto bueno a la operación, lanzó un aviso para navegantes. “Si se ceden los derechos de TV se podrán gestionar ahora los contratos pero en unos años los contratos serán mayores y si entonces no tienes los derechos, ¿dónde lo irás a buscar? Los derechos de tv pueden ser pan para hoy hambre para mañana”.

Los que manejan el dinero en el fútbol lo saben: el aficionado lo soporta todo. Recuerdo cuando en la asamblea de hace un año un socio se ofreció a aportar 1.000 euros de su bolsillo para ayudar pese a que cobraba solo 800 de pensión. Estás son las dinámicas que mueven el fútbol. Nunca sucede nada demasiado grave como para desengancharnos. Como para no seguir persiguiendo cebos falsos como las truchas en el río. Al poco de que Laporta asumiera el mando escribí que me recordaba a Mad Max buscando gasolina en el desierto en un coche destartalado. “Mi mundo se reduce a un solo instinto: sobrevivir”. Soy un héroe absurdo inmerso en una huida hacia ninguna parte” Mi sentimiento no ha cambiado.

Una vez más, Laporta ha puesto a los pocos socios que acudieron a votar (menos de 700 sobre 4.478 convocados) al frente de una encrucijada. Era cuestión de votar sí o votar apocalipsis. Sí o bajada de persiana. Amparado en solventar el indiscutible desastre que hereda, Laporta parece olvidar la herencia envenenada que puede dejar su gestión. ¿Qué ocurriría si el Barcelona optase por apretarse el cinturón realmente? ¿Qué sucedería si acudiese al mercado sólo para fichar piezas destacadas como Lewandowski, y el resto lo produjese en La Masía ¿Sería tanta ruina que el Barcelona rebajase sus objetivos a los títulos domésticos durante unas pocas temporadas? Laporta ha conseguido los apoyos para avanzar en la dirección que quiere, aunque sigamos sin saber si eso será lo mejor para el club a largo plazo.