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Guille Abascal, un prodigio de los banquillos para Granada

El técnico sevillano colgó las botas con 19 años porque, tras pasar por La Masía, tenía demasiadas preguntas. Un joven con ganas de demostrar en España.

Guille Abaacal durante su etapa en Basilea.
Miguel Morenatti

Guillermo Abascal Pérez (Sevilla, 1989) es un prodigio de los banquillos. Con 24 ya estaba entrenando en la cantera del Sevilla, con 29 se convirtió en el más joven entre las 30 Ligas con mayor coeficiente UEFA cuando se hizo cargo del Lugano de la Superliga suiza. Un obsesionado del fútbol que colgó las botas con 19 años porque se hacía demasiadas preguntas y de Erasmus en Portugal encontró cómo dar salida a su pasión: el fútbol.

Era un delantero técnico que con 13 años se fue a La Masía gracias a Danone Nations Cup. Su destacada actuación le llevó de su Sevilla natal a Barcelona. “Había jugado en la cantera del Barcelona. Junto a Jordi Alba, Giovani de Dos Santos y otros tantos que han llegado a la élite. El Barcelona marcó una etapa personal importante en mi vida, pero sobre todo futbolísticamente”, explicó en The Coaches Voices. Su paso por la ciudad condal duró dos años, hasta los 15, cuando volvió a la capital hispalense para seguir jugando en su Sevilla. Pero algo había cambiado: “Fue ahí donde tomé la decisión de dejarlo. Me di cuenta de que seguía jugando, pero no encontraba un porqué para hacerlo. No paraba de hacerme preguntas siempre sobre el juego y la razón de tener que hacer una determinada cosa y no otra. Aparte, no tenía la motivación para jugar. Ir a entrenar llegó a hacerse complicado. También los días de partido. Todas esas sensaciones me bloquearon”.

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Dejó el fútbol de manera radical para saber si realmente lo echaba de menos y se puso a estudiar INEF. Y, de nuevo el destino, le cambió la vida. Se fue a Faro (Portugal) de Erasmus. Muy cerca de casa, pero una experiencia que le marcó. Porque en la Universidad se convirtió en el líder y entrenador de un equipo de españoles que competía a nivel universitario. “Pasado ese tiempo de reflexión, llegué a la conclusión de que adoro este deporte, pero que no quería seguir poniéndome las botas para jugar. Mi foco estaba en otro punto: quería intentar manejar grupos, aprender a plasmar mis ideas y dar sentido a todo lo que había aprendido. Esa fue la motivación que me llevó a dejar de jugar y centrarme en entrenar”. Ahí nació el Guille Abascal entrenador.

Guille Abascal, durante un partido del Volos griego
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Guille Abascal, durante un partido del Volos griegoVolosFacebook

Empezó en la cantera del Sevilla con chicos de 14 años. Se sacó el carné de entrenador y se volcó en su pasión pero desde otra perspectiva. Ya no lo hacía sobre el césped, donde durante sus últimos años no paraba de hablar y ordenar a sus compañeros, sino desde la banda como entrenador. Estuvo cinco años en Sevilla y pasó por todos los departamentos: cantera, metodología y análisis. Cinco años en los absorbió todo lo que pudo. Y otra vez el destino le enseñó el camino.

Un agente de futbolistas que trabajaba con el Sevilla le ofreció trabajar en el Chiasso de la segunda división de suiza. “Ni siquiera me dio tiempo para volver a Sevilla. En ese mismo viaje ya me ofrecieron contratarme. Su idea estaba muy cercana a lo que yo quería. Un fútbol propositivo, también un fútbol para hacer crecer a jugadores jóvenes”, cuenta en The Coiches Voices. En Suiza se hizo realmente entrenador y, tras dejar el Chiasso, fue el Lugano el que contacto con él para dirigir al equipo en la Superliga de Suiza. Una oportunidad única para salvar al equipo con sólo ocho partidos por jugarse.

Una experiencia nueva, porque tuvo que adaptar su fútbol e idea a lo que había en el equipo. Tenía 29 años y estaba haciendo historia siendo el entrenador más joven de las 30 ligas con mejor coeficiente UEFA. “No hace falta tener 60 años ni ser exjugador para transmitir y obtener resultados”, repetía una y otra vez al ser preguntado por esta curiosa situación.

De Suiza a Italia. Uno de sus retos era entrenar en Italia y el Ascoli le dio la oportunidad con el conjunto primera, al que ascendió. “Porque en Italia hay un amor por la táctica. Me llamaba mucho la atención poder ir allí a aprender de ellos. También desaprender un poco para confrontarme con ellos desde otro punto de vista”, explicó. El destino, como no, le tenía algo preparado. En febrero de 2020 llegó al primer equipo tras la destitución de Pablo Zanetti. Un mes después, echaron al nuevo entrenador y Guille se quedó definitivamente. Y de ahí a Grecia. El Volos de Segunda le fichó en 2021: “Una corriente muy diferente a la de Grecia, al frente de Volos NPS, donde estuve en la segunda mitad del 2021. También una competición con importantes aportes tácticos”.

Volvió a Suiza, esta vez al Basilea. Entró como parte del cuerpo técnico y poco después se vio dirigiendo al equipo por la destitución de Patrick Rahmen. Otra vez, el destino. Pudo jugar la Conference League contra el Olympique de Marsella, cuajando un gran partido en el que el Basilea cerca estuvo de dar la sorpresa. La última experiencia el llevó al Spartak de Moscú, al que también llegó por una destitución.

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“Sé que soy un entrenador joven, sí. También que muchos pensaran que no estoy preparado precisamente por mi edad. Pero yo siento que todas las experiencias vividas me han hecho crecer y estar preparado para todo lo que está por llegar”, dijó en The Coiches Voices. Ahora, por fin, tendrá la oportunidad de trabajar en España con un proyecto propio y el reto de ascender a un histórico como el Granada. Es su gran momento y no lo piensa desperdiciar. Porque el prodigio de los banquillos ha tenido que luchar mucho para obtener esta oportunidad…

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